"En casa"

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Capitulo 15: “En casa”.

FLORA

Los gritos, aullidos y gruñidos retumbaban fuertemente contra mis oídos, provocando que mi piel se pusiera de gallina. Y el recordar que estaba rodeada de todos esos asesinos que había torturado a todas sus víctimas hasta que ya no quedara nada de ellos, hacía que mis manos temblaran. Las antorchas iluminaban el lugar, y largas sombras chocaban y se removían contra las paredes.

Sin embargo, mi vista no se apartaba del escenario; donde mi vita se estaba muriendo por culpa de esas cadenas de plata. Veía como Nicolas estaba casi muerto al lado de Malena, y ella no hacía nada para intentar mirarlo. Veía como la sangre caía insistentemente de las muñecas de mi novio y como sus ojos permanecían cerrados.

Volví a mirar a Cintia, con esperanza de que ya hubiera ideado algún plan, pero ella seguía viendo al cazador con ojos inyectados de odio y cubiertos por un manto negro de furia. Entonces vi como dos dagas aparecían en sus manos y salían disparadas directo al cazador, con una velocidad que me costó seguirle el paso.

Los cuchillos giraron sobre si mismo en el aire, y sentí un empujón en mi espalda que me indicaba que avanzara, pero yo quería asegurarme de que el cazador recibiera esas puntas metálicas en lo más profundo de su cuerpo. Pero…solo una se clavó en su hombro izquierdo, y él retrocedió un solo paso por el golpe recibido. Haciendo que esquivara el otro cuchillo y que solo recibiera una pequeña cortada.

Dejé de verlo al sentir un fuerte empujón de parte de Sol, y volví a la realidad. Una realidad donde todo se movía en cámara rápida, los gritos de nuestros enemigos me rodeaban y yo volvía a sentir como mi cuerpo temblaba por culpa del miedo.

-¡Rápido, corre!- gritó la vampiresa.

Volteé mi vista hacia Nicolas, y empecé a correr hacia él. Salté al escenario, y me arrodillé a su lado sin importar nada. Apreté las cadenas con toda mi mano; sentí como estas se quemaban al contacto, como mi piel ardía y las lágrimas enterraban mis ojos. Solté las cadenas casi al instante, y me vi la palma de las manos. Estas tenían varias ampollas, la piel estaba al rojo vivo y se veía la carne en varias zonas; pero se empezaron a curar rápidamente. Levanté la mirada, entonces fui consciente de lo que pasaba a mi alrededor.

El jefe de los cazadores había agarrado a Cintia por el cuello y la tenía levantada del piso. Malena ya no estaba encadenada, Sol intentaba liberar a Tomas, pero entonces un lobo marrón saltó sobre ella. Tenía miedo, la adrenalina fría corría por mis venas y sentía como las ideas se amontonaban en mi cabeza impidiéndome pensar con claridad. ¡Tenía que hacer algo! ¡¿Pero qué?! El miedo me tenía paralizada.

Volví mi vista a Nicolas, y luego a mi contorno. Entonces noté como varios mors rubros y lobos oscuros intentaban romper un muro invisible que había creado el licántropo. Volteé hacia mi vita y me acerqué hasta su rostro. Se lo levanté con mis manos temblorosas que seguían ligeramente quemadas, y vi sus párpados cerrados.

-Nicolas, por favor- sollocé.- Despierta…

Él no reaccionó, y antes de que empezara a llorar; la mano de un mor rubro atravesó el campo de fuerza. Solté un grito ahogado y saqué la daga de mi bolsillo. Él intentó agarrarme, y fuera del escudo invisible vi como sus ojos escarlata me miraba furiosos y unos grandes colmillos esperaban por enterrarse en mi cuerpo. Sin pensarlo dos veces, le corté el brazo.

Escuché los chillidos del mor, el campo de fuerza se mancho con su sangre al igual que mi rostro, y el ruido de carne chocando contra el piso retumbo contra mis tímpanos cuando su brazo cayó al piso. No me atreví a ver la extremidad que había quedado a escasos centímetros de mis piernas y me arrastré hasta las cadenas de mi vita.

No me dejesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora