El amor de un mellizo.

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Fue a fines de los exámenes del año 2016 cuando sucedió.

Cuando Mingyu perdió irreversiblemente a su amada novia, Jeon Baek Hee.

Ya había pasado un mes desde entonces, e incluso recibió todos los resultados de sus exámenes aprobados sin mucha alegría, desgastado y cansado, acabado y destruido, todo junto. Un pesar y un remordimiento latente le trituraban el cerebro, y a veces, en las noches, no podía conciliar el sueño. Se imaginaba a él mismo en otra oportunidad, evitando lo que ocurrió, evitar la muerte de BaekHee... la idea de que pudo quizás salvarla le hacía tener náuseas y a veces ponerse a llorar.

Ha pasado un mes, y Kim Mingyu caminaba por la angosta calle en una dirección donde alguna vez fue con una cotidianeidad envidiable. ¿Qué lo traía allí? ¿Qué lo hacía caminar hasta allí con el peso de la muerte de una persona que estuvo con él durante casi toda su vida? ¿Qué planeaba encontrar en ese lugar?

¿En serio valió la pena?

Tocó el timbre un par de veces, con la cabeza fija en el suelo. Sus ojos aún seguían enrojecidos, hace no mucho había llorado por lo que le parecieron horas. Su cuerpo se deterioraba, no estaba comiendo bien y volvía allí. Una silueta delgada se asomó, corriendo la blanquecina cortina llena de complicados bordados y vuelos.

La casa de los Jeon siempre fue así, tenía ese gusto antiguo, viejo, e incluso un poco tétrica más entrada la noche. Pero en el día era diferente, aquel avejentado lugar parecía más bien una casita de aquellos cuantos de hadas que suelen leerles a los niños pequeños. Mingyu se permitió sonreír, cuando tras un suave crack la silueta delgada y pálida abrió la puerta. Allí, sobre el marco de la puerta, buscando las llaves del gran portón para invitar a pasar al destruido chico estaba Jeon Wonwoo.

El mellizo de Jeon Baek Hee.

-Mingyu -soltó Wonwoo, mientras encontraba la llave del portón, la de cabeza redonda y con cerradura cuadrada en la parte posterior-. Hasta que te has dignado a aparecer -susurró quizás en una pequeña broma.

Mingyu sonrió suavemente, sofocado en una extraña capa de angustia. Los ojos filosos de Wonwoo trataron de consolarlo por unos segundos, para terminar desviándolos al no conseguir más que un suspiro seguido de otra sonrisa rota y falsa.

-Adelante -terminó por mencionar-. Las cosas no han cambiado del todo, Mingyu. Esta sigue siendo tu casa...

Mingyu apretó la mandíbula, y sus ojos enrojecidos parecieron volver a arder.

-W-Wonwoo... -susurró apenas audible, mientras el delgado muchacho de la misma edad de Mingyu terminaba de cerrar la puerta.

Aquel Jeon abrió los ojos cuando sintió las manos de Mingyu recorrer su cintura, abrazándolo con fuerza. Wonwoo trató de voltear, pero un sollozo lo detuvo, hasta sentir la barbilla y luego el rostro de Mingyu bajar hasta su hombro con dificultad. Suspiró; ni siquiera un buen hombro podía ser, ese estúpido era demasiado alto, y él un tanto bajo para que la posición fuera cómoda. Y pensar que incluso era un año mayor que el moreno... qué fastidio.

Y aun así, no lo apartó, comprendió su dolor y trató de ser el fuerte de los dos. Llevó su mano por detrás de su cabeza, encontrándose con los castaños cabellos y a ese gigantón de uno ochenta llorando como un bebé.

-Tú le enseñaste a no rendirse a mi hermana... a luchar. Ahora tienes que hacerlo por ella... vivir, no rendirte... luchar por su memoria.

Mingyu no respondió, solo apretó los dientes con fuerza, estrechando más el pequeño cuerpo entre sus brazos hasta que pudo tomar la fuerza para separarse y entrar a esa casa llena de recuerdos.

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2017 ⏰

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