Me encanta el hecho de que la mujer más hermosa de esta fiesta está sola en todo esto. Me llena el alma que esa mujer, como tal, es Athena y es mi novia.
Que justamente necesita que alguien la tranquilice, porque está a punto de entrar en una crisis de ansiedad ya que la organizadora de la fiesta (su "mejor amiga" Cassidy) la ha hecho a un lado y se ha dedicado toda la noche a ignorarla y a convencer a los demás de hacer lo mismo.
Menos a mí, claro.
El problema es que Athena me ama demasiado, no puede controlarse a veces. Y es que yo soy un intento terrible de alguien cool.
Nunca le he agradado a sus amigos y ella nunca le ha agradado a los míos.
Y pobre de ella, pensó que invitarme a esta estúpida fiesta era una buena idea.
Me dediqué a tomar como si fuera el ultimo día.
Lo peor es que no sé qué hacer cuando Athena comienza a llorar.
Estoy demasiado borracho, estoy incómodo, lo único que hago es acomodarme el cuello de la camisa, después de algunos minutos de sollozos, me quito mi chamarra y se la pongo por encima de los hombros.
—Larguémonos de aquí. —le digo—. No necesitamos a ninguno de estos idiotas.
Nadie se da cuenta de la escena, están muy ocupados presenciando el acto de bailarinas en el escenario, todos están bailando y cantando, hablan sin parar, llenan las paredes de sudor y el suelo de brillo.
Me alegra saber que Athena y yo somos diferentes, que preferimos otros lugares, aunque nuestra vida social dependa de fiestas como esta. Ella toma mi mano y dudo algunos segundos antes de dirigirnos a la salida decorada con luces neón.
Una vez fuera, Athena dijo:
—Al fin. Parecías un idiota con los lentes de sol dentro.Y así es como me dedico a pasearla con toda su magia por la nada, por toda la ciudad, hasta llegar a un bar lleno de treintañeros con prostitutas, de alguna manera, ni a ella ni a mí nos importa, queremos mejorar la noche, no empeorarla.
Por un momento, me sentí muy mal por ella. Athena es jodidamente hermosa, está buenísima, merece estar entre aquellos mocosos populares de la fiesta de Cassidy, lamentablemente, tiene un novio bueno para nada como yo.
Ella bebe lo suficiente como para empatarme. Fuma como una loca, aunque esto le avergüence y esconda el cigarrillo como puede.
Cuando me mira entiendo que ella es la búsqueda que no tiene fin.
No es mi alma gemela, no es el amor de mi vida.
Pero por Dios, amo tenerla a mi lado, amo tener sexo con ella y adoro que los otros hombres presentes en este bar ansíen tenerla pero no puedan.
Porque justo ahora, sus miradas llenas de brillo son dedicadas a mí.
Hablamos de lo terribles que somos juntos, nos reímos por minutos sobre chistes sin sentido, seguimos tomando sin llenar, ella llora de nuevo por sus amigos de toda la vida y por mí, luego fuma un cigarrillo a escondidas y se recupera. Y así consecutivamente.
Yo no puedo hacer nada más que mirarla y entender cada pequeña señal, cada palabra, cada lágrima.
Athena es magnífica en todos los sentidos.
Yo soy un desastre en todos los sentidos.
Llega un punto incómodo en donde hablamos del futuro y de que no podremos estar juntos a la larga. Nos reímos de lo terribles que son nuestras vidas.
En medio de todo esto, me di cuenta de algo.
—No estoy enamorado, estoy muy muy ebrio, Athene.
—Yo estoy enamorada de ti. —ambos reímos—. ¿Puedes creerlo? Estoy tan enamorada que quiero irme a casa ahora mismo y asegurarme de que te enamores aunque sea sólo un poco de mí.
Sonreí y salimos tropezando del bar.
Es increíble que podamos ir a cualquier lugar, marcarlo e irnos sin más.Es fantástico pensar en ella como un ser humano real: hay sangre corriendo por sus venas, siente amor con intensidad, está a mi lado y me mira.
¿Esto nos lleva a ningún lado?
Por supuesto que no, solamente es una pausa en la peor parte. Es un paréntesis entre todo. Puede que esto sea amor, pero no del que dura para siempre.
Mientras conduzco hasta su casa, ella se dedica a tomar fotos de todo: de mí, de nosotros, de sus manos, de la luna, de los árboles...
La ciudad está silenciosa, dormida, pintada de blanco y negro.
Nosotros estamos ruidosos, en nuestro máximo punto, a todo color.
Estar con ella tiene el mismo efecto que alcoholizarte: te hace sentir en las nubes.
Y quiero decirle que la amo antes de que llegue la resaca.Su cuarto es pequeño y huele a ella. Le quito el vestido que ha llevado casi toda la noche sin ningún problema, ella me tira en la cama sin parar de reír y va directo hacia su reproductor de música.
Y mientras está de espaldas, buscando un disco en especial para ponerle soundtrack a nuestro encuentro, yo admiraba sus curvas, los lunares que pronto besaría, la manera en la que su cabello rubio caía por su espalda me hipnotizó.
Y luego House Of Fun de Madness empezó a sonar a todo volumen.
No pude evitarlo, me reí como idiota, al igual que ella.
Athena bailaba y me miraba. Yo me derretía al sentirla cerca de mí.
Qué noche.
Athene era una fiesta.
No, no era una fiesta, era una chica. Una chica que prefería más que a cualquier otra, más que a las chicas de la fiesta de Cassidy: con lentejuelas en su ropa, más que a las chicas del bar que se tomaban fotos en el baño, más que a cualquier otra, ya dije.
Athene era la mejor fiesta a la que jamás habré ido.
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Number one party anthem.
Short StoryEscrito inspirado en la canción de Arctic Monkeys.