Maldita Navidad

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Cómo olvidar las fechas navideñas, aquellos días en los que toda la familia se reúne y lleva a cabo distintas actividades. Abrir regalos envueltos en papel navideño con distintos colores y figuras, tomar chocolate caliente con galletas, adornar la casa, poner esferas navideñas al verde y robusto pino que comúnmente se ubica en el centro de la sala y también iluminar todo lo que se encuentre en su camino con luces de colores. Esas son situaciones que tendría una persona normal pero para estos muchachos era un poco diferente.

La mañana había dado inicio con una tonada familiar al ritmo de jingle bell. Una canción típica pero necesaria si deseas tener una agradable fiesta navideña. Dicha canción sonaba a todo volumen desde la sala hasta la habitación de cierto chico que detestaba la navidad.

Pensarán que es un cliché poner al típico grinch en un cuento navideño pero realmente así pensaba nuestro querido Jeff. El cual apenas despertó y su molestia apareció, la tonada estaba por explotarle la cabeza si seguía escuchándola.

Jeff tapó sus oídos con sus manos, con la almohada y con las sabanas mientras rodaba por su cómoda cama en aquella oscura habitación a la cual llamaba "cueva". Al ver que el sonido no cesaba decidió levantarse y antes de salir del cuarto dijo unas breves palabras.

—Será un largo día

Suspiró pesadamente para después cambiarse con su ropa habitual, unos pantalones negros y una sudadera blanca, para después bajar a desayunar con el resto de integrantes de la creepyhouse.

Jeff bajó despacio las escaleras esperando no toparse con la pequeña Sally y su molesto peluche de felpa color café el cual siempre llevaba consigo. Aclarando su molestia podríamos decir que se debe a que en estas épocas la pequeña lo disfrazaba de Santa Claus y el ya mencionado odiaba eso.

— Hey cara larga ¡toma una galleta! Alegrará tu día —dijo la pequeña niña de cabello marrón y vestido rosado mientras llevaba consigo una canasta con varias galletitas en forma de pino.

— Déjame en paz pequeña, no estoy de humor para galletas.

— No seas amargado y toma una, no te harán daño ni que tuvieran veneno.

Ante la insistencia de la pequeña que buscaba ser amable Jeff enfureció al sentirse presionado por unas simples galletas y contestó groseramente llamando la atención de todos los presentes en la sala que se encontraban decorando la casa antes de los gritos.

— ¡Mierda estoy diciendo que no! ¿Acaso eres retrasada?

El grito dejó a una pequeña confundida y molesta a la vez, si admitía sentir tristeza pero jamás le habían gritado así desde la época en la que aún estaba viva.

— Que sea amable contigo no te da derecho a ser un imbécil conmigo

Después de decir aquello la pequeña huyó de ese lugar dirigiéndose a su habitación mientras contenía el coraje y tragaba las lágrimas demostrando valentía. Nadie se inmutó por lo que dijo la pequeña ya que reconocían que ambos hicieron mal en gritar, tal vez uno más que otro, pero mal al fin y al cabo.

Jeff estaba más quieto que una estatua debido a la escena y respuesta de la menor. Asimilando la situación apretó la mandíbula y salió de aquella reluciente casa para ir al lago que se encontraba cerca, claro, maldiciendo la Navidad una y otra vez ya que toda la culpa era de ella según nuestro protagonista.

— Maldita navidad y su gente que lo celebra. Al carajo con el espíritu navideño que sólo oculta el dolor y pena por unos minutos. Un día en el que todos son unos hipócritas y se saludan de beso para que después se vuelvan a odiar como de costumbre. Todo esto es una jodida estupidez.

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