Bianca y su papá caminaban por el pasillo antes de ingresar a la habitación 302 del Hospital de la ciudad cuando tropezaron con el Profesor Ramirez que iba de salida.
- Javier, Bianca, cómo están? Vienen a visitar a Marco? Me temo que está muy mal, delira el pobre, es tan triste, y Edgardo, aún no sale del coma, que desastre, que terribles acontecimientos.
- Profesor Ramirez qué gusto. Sí, venimos por Marco, tan mal se encuentra? Nos dijeron que está consiente, le trajimos una revista de cine porque sé que le encantan. – Dijo el papá de Bianca
- Ay Javier espero que lo animen, no para de hablar sobre lobos y el dios egipcio Anubis... y una plumas blancas.
- Profesor y de los robos, saben algo, ya son dos, verdad? La pieza Inca y ahora la urna de cristal de la Zarina. - Dijo Bianca.
- Bianca, Bianca, quién se preocupa de eso ahora, tenemos dos empleados heridos. Eso es importante. Bueno con su permiso tengo que regresar al museo, adiós.
Bianca y su padre vieron que el Profesor se alejaba muy rápidamente por el pasillo sin siquiera esperar a su despedida y eso les dejo un poco perplejos.
Marco estaba despierto, tenía conectado oxígeno, suero y los aparatos que controlan el pulso cardiaco, una malla de alambre impedía que las cobijas le tocaran las costillas, lugar donde fue herido y que ahora estaban totalmente vendado.
Marco estaba despierto y en contra de lo que el Profesor Ramirez dijo, estaba de muy buen humor, podría decirse que hasta se veía contento.
- Javier, pero que gusto verte, no me digas que esta niña es tu hija... la he visto muy seguido en el museo, bueno del tal palo, tal astilla, eh Javier.
- Marco, amigo, que gusto verte tan bien, de hecho me sorprendes, y si, ella es Bianca, mi hija mayor, en casa hay dos más pequeños.
- Sr. Marco soy Bianca, puedo hacerle unas preguntas, es que me muero de curiosidad...
- Bianca por favor no seas grosera, no sé si Marco este de humor para...
- Mi humor esta de muy buenas amigo, me encantaría contarles tantas cosas que vienen ocurriendo. Déjenme acomodar mejor el respaldo de la cama, me temo que será una larga historia. Bueno Javier, tú conoces la leyenda, eras muy pequeño pero sé que la recuerdas, la estatua de Anubis dió mucho que hablar cuando llegó al museo, yo no era vigilante del museo pero al igual que todos en la ciudad supe de ella.
- Pero Marco lo que hubiera provocado la estatua, suponiendo que eso fuera posible, dejo de ocurrir hace mucho, hace 25 años por lo menos, ya casi nadie lo recuerda.
- Pues te equivocas Javier, yo soy vigilante del museo casi por 16 años y durante ellos, cosas extrañas han sucedido y estoy seguro que han sido obra de la estatua.
Y bajando un poco el volumen de voz como quien cuenta un secreto, Marco dijo.
- Cada cierto tiempo la estatua se manifestaba, lo sabíamos porque los focos de la sala Egipto se fundían y había que cambiarlos de dos a tres veces en menos de una semana. Luego los objetos del museo cambiaban de lugar, una vez, un casco de un soldado del imperio romano desapareció de su vitrina para ser hallado entre la vajilla del restaurante del museo y cosas parecidas, nunca desaparecían por mucho, también habían ruidos extraños, y en algunas ocasiones, cinco con esta, Anubis mismo se mostraba.
- Qué quieres decir con que se mostraba? Te refieres a que se aparecía, se materializaba?
- Si Javier, se me apareció tres veces dándome un tremendo susto, y la última casi me mata. - Señalando su costado izquierdo herido.
- Pero hay más, esta vez, es diferente, cuéntanoslo. - Dijo Javier.
- Que bien, déjenme contarles desde el principio, todo comenzó hace unos días, en mi turno de noche, vigilaba las salas desde las cámaras de circuito cerrado, fue entonces que vi una sombra, una silueta moverse en la pantalla, ustedes saben que la calidad de las imágenes no es buena, blanco y negro, poca resolución, pero claramente entre las sombras la pantalla mostró una silueta en movimiento, la silueta de un hombre con cabeza de lobo. Era Anubis.
- Y el ataque que sufrió, cómo fue?. – Dijo Bianca impaciente. Marco la vio con ternura y dijo.
- Estaba en la cocina tomando un café con Alex, el nuevo vigilante, él fue al baño y me quedé solo, fue entonces que me entró mucho miedo porque sentí a mis espaldas una presencia, fue espantoso porque claramente percibí que se sentaba a la mesa, con lentitud y paciencia, calculando sus movimientos, como esperando por mí. Me giré hacia ella para golpearla con mi linterna y me dí cara a cara con Anubis, no vi mucho porque me hirió con sus garras y perdí la conciencia, pero antes vi su horrenda cara de lobo y muchas plumas blancas.
- El juicio de Osiris. – Dijo el papa de Bianca
Bianca recordó que su papa le iba a explicar acerca de él y ella lo interrumpió, lo lamentó muchísimo, en este instante, le hubiera encantado explicarlo y demostrar que era un cerebrito. Ni modo, se limitó a escuchar la explicación de su padre.
- Cuando los egipcios morían sus espíritus eran guiados por Anubis ante Osiris para llevar a cabo una ceremonia para determinar su conducta en la vida terrenal. Anubis mágicamente les extraía el corazón y lo depositaba sobre el platillo de una balanza, sobre el otro platillo había una pluma blanca, si el hombre fue bueno, la pluma debería ser más pesada que el corazón, inclinando la balanza hacia la ella, entonces el espíritu ingresaba a los Campos de Aaru, el paraíso egipcio, para vivir eternamente. Si la pluma fuera más liviana y el platillo se elevaba mientras que el otro caía, el corazón era arrojado a Ammyt, un cocodrilo con cuerpo de hipopótamo y patas de león para ser devorado. Lo que significaba la muerte definitiva del espíritu.
- Guau Javier, que buena historia. Si tu corazón es más liviano que una pluma, eres bueno, que metáfora tan bonita. – Dijo Marco, hizo una pausa, se aclaró la voz y su expresión cambió para hacerse reflexiva. Entonces continuo.
- Pero nunca antes hubieron plumas y los objetos cambiaban de lugar, no desaparecían como ahora, siempre me dio mucho miedo, lo confieso, era como un poltergeist, me entienden, pero ahora siento mucho peligro, hay dos heridos, porque a Edgardo estoy seguro que Anubis lo ataco.
- Marco, el Profesor Ramirez estuvo aquí hace un momento, nos dijo al salir que estabas muy mal, que delirabas y sólo hablas de Anubis. Y aunque es cierto y estamos hablando de él, no pareces delirar.
- El bueno del Profesor, él no cree en la estatua, es un escéptico, aún cuando haya presenciado los fenómenos, los atribuye al descuido de los trabajadores del museo. Esta muy preocupado por nosotros, me refiero a Edgardo y yo.
Bianca estaba fascinada, su mirada iba de su padre a Marco imaginando cada palabra que ellos decían, su mente volaba por los pasillos del museo entre penumbras y plumas, corazones y un enorme espíritu de Anubis sobre todo ello.
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Bianca y el misterio de la estatua de Anubis
Mystery / ThrillerBianca es una niña de 12 años a la quien le encanta resolver misterios. Extraños acontecimientos suceden en el museo de la cuidad que la intrigan mucho. Acompaña a Bianca y a sus amigos a resolver el misterio de la estatua maldita de Anubis