Capítulo Único

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Era un día común para mucha gente en una ciudad bastante común, algunas personas iban hacia su trabajo, otras al colegio.

El día pintaba bien para algunas personas, eran días planeados para algo bueno, con resultados hermosos y perfectos, un día con sonrisas y cantos.

Pero así como para algunas personas era un muy buen día, para otras era el peor de sus días, con una lluvia convertida en algo malo, con llantos gigantes y corazones oprimidos.

El sol de esa mañana de principios de otoño había salido brillante y perfecto, calentando corazones esperanzadores, sacándole una sonrisa a más de uno que apreciaba si vida. Pero repentinamente las nubes grises cargadas de una lluvia triste llegaron, revelando la muerte de una chica en ese lugar, los llantos revelados en gotas y la tormenta de tristeza predecía todo eso.

Estaban todos reunidos en un magnífico terreno con perfecto césped verde recortado perfectamente, todo sería maravilloso, si no fuera porque bajo ese césped habían miles de cuerpos y encima plaquetas con nombres y fechas de nacimiento y defunción de cada difunto, algunas flores nuevas, otras algo marchitas y unas totalmente marchitas.

No se escuchaba nada más que algunos pajaritos intrépidos y bastantes llantos desconsolados.

El ataúd era traído por varias personas bastante cercanas a ella, como su padre, su hermano y cuñados. Era blanco, y traía varias firmas de todos sus amigos y familiares, un último recordatorio de que ellos siempre estarían allí con ella, donde quiera que esté, como ella alguna vez dijo que querría. La mayoría de las personas que estaban ahí no podían siquiera mirarlo, pensando que nada era real, llorando más por eso.

Todos estaban destrozados, varios fans veían todo desde una distancia lejana a aquel cementerio, parados en las rejas, apretados, con los brazos estirados y llorando, justamente como solían hacer en los recitales. Sólo que, ésta vez, estaban apretados para dar el último adiós a la persona que tanto querían, sus brazos estirados eran para alcanzar el alma que se elevaba y los llantos ya no eran de emoción, sino de pura tristeza.

Las familias apenas establecían contacto entre ellas, ocupadas en llorar como su sus vidas dependieran de ello.

Sus padres se abrazaron, deseando haber sido ellos en lugar de su hija, tan joven, tanta vida derrochada. Lloraban en silencio, en un rincón, consumiéndose solos.

Su mejor amiga gritaba con miles de lágrimas en los ojos y mejillas, siendo sostenida por su novio.

-¡¿POR QUÉ ME LA QUITASTE?! ¡¿POR QUÉ?! ¡SI YO LA AMABA! MALDITO SEAS VOS Y TODO AQUEL QUE TE AYUDÓ A QUE ELLA SE FUERA.

Un poco más lejos, sus hermanos se abrazaba con los ojos cerrados, justo así como se abrazaban con ella cuando llevaban tiempo sin verse.
-¿Por qué te llevaste a un alma tan joven? -Decían- Apenas vivió algunos años... No podés hacernos esto, ni a ella tampoco, esto no puede ser real, no lo es.

Más lejos, hablaba uno de sus mejores amigos y compañero de banda, sin poder controlar su llanto, su voz estaba quebrada y sorbía mucosidad constantemente. De repente, por ahí, tiraba su pelo y rajuñaba sus mejillas.

-Ella... Ella estaba hablando conmigo... Por teléfono... Me estaba contado que se iba a casar... Iba a casa de sus padres a contarles a ellos y a sus hermanos... Por eso iba tan rápido... Yo escuché sus últimas palabras... Estaba feliz con la vida... Y la vida la volvió a joder -Y al decir esto, él, los hermanos de la chica, su mejor amiga y sus padres, empeoraron el llanto.

Más lejos su novio estaba sentado bajo un árbol, completamente sedado, ya que tiempo atrás, en la iglesia en la que estaban haciendo la misa, él se había puesto a gritar descontroladamente, diciendo que ella no estaba muerta, que sólo era una pesadilla. Unas lágrimas caían por sus rosadas mejillas, desde sus hinchados ojos. El amor de su vida, la chica que había elegido para casarse, se había muerto, y ya no había más futuro para los dos.

Más lejos, dos nenes miraban a sus primos menores jugar, algunas lágrimas rebeldes caían de vez en cuándo de sus dos pares de ojos, pero ellos se las limpiaban, habían prometido ser fuertes.

-¿Crees que algún día puedan llorar de verdad por ella? -Preguntó uno, mirando todavía a sus primos jugar con sus camioncitos.

-Él sí -Respondió el otro mirando al más grande que jugaba- dijo la abuela que a su edad iba a comenzar a grabar recuerdos que le iban a durar toda la vida, nuestra tía jugaba mucho con nosotros, él era especialmente cariñoso con ella, nunca la dejaba sola y la trataba mucho mejor que a cualquiera.

-No quiero olvidarla, tampoco quiero recordarla... Sólo quiero que esté acá con nosotros.

-Yo igual quiero lo mismo... No quiero olvidarla, porque fue la mejor tía que pudimos haber tenido... Pero tampoco quiero recordarla, porque el simple hecho de que su recuerdo, al haber sido ella tan buena, duele al saber que nunca va a volver.

-¿Por qué Dios tuvo que quitarnosla? Mamá había dicho que él era muy bueno, pero nos quitó a alguien que era muy buena con nosotros. -Ya había comenzado una lluvia fina y persistente, que se fundía en los trajes de los chicos, mojándolos.

-Porque simplemente... Quiso hacerlo.

-Es cruel. -De sus ojitos salían lágrimas persistentes y ya no se molestaban en esconderlas.

En el momento en el que su primo que estaba jugando con sus camioncitos les vio llorar, con toda su inocencia se paró, caminó hacia ellos y dijo...

-¿Saben por qué no lloro? -Les habló como si fuera un gran secreto- Porque la tía una vez que se tenía que ir de gira me dijo que siempre iba a estar con nosotros acá -con su dedito señaló donde estaría su corazón para él-, en nuestros corazones, y que no importaba qué pasara, ella siempre iba a volver.

Y, con ésto, los dos más grandes se largaron a llorar más fuerte, abrazando a su primo más chico.

Una persona miraba esto desde lejos, escuchando sus llantos y palabras, era ella, la chica muerta, había intentado comunicarse con todos ellos, pero simplemente no podía hablar, tampoco la podían ver.

Lloraba, incluso mucho más que todo el resto, sentía un dolor demasiado real como para estar muerta, odiaba sentirse así.

Según lo dicho por su amigo ella podía deducir que había tenido un accidente de auto, pero ¿por qué no recordaba nada de ese accidente y nada previo a eso, pero sí a todos los demás? Además todos se veían muy grandes para ser cierto.

Seguía llorando, al ver que su madre y su mejor amiga habían llorado hasta desmallarse, al ver cómo a su novio le daban nuevos ataques de pánico y al ver a sus sobrinos llorar.

De pronto sintió como si se estuvieran ahogando, luego unas sacudidas persistentes.

Miró hacia su ataúd, su novio lo había abierto, demostrando un cuerpo completamente desfigurado. Sus hermanas habían corrido a taparles los ojos a sus hijos, llegando a tiempo por suerte.

Su novio la sacudía persistentemente gritándole su nombre, y ella sentía que cada vez se acercaba más a la luz que cegaba sus ojos.

Cuando logró ver bien nuevamente vio una habitación totalmente blanca, y al mirar hacia arriba vio a su novio, que la miraba preocupado.

-Tuve una pesadilla...

-Sí, y no parabas de llorar, te estabas ahogando.

-Tranquilo -Dijo, y lo abrazó- sólo fue una pesadilla.

Siguieron su vida de músicos famosos normalmente, sin saber que, exactamente, así sería su muerte unos años más tarde.

La Muerte Me AcompañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora