▪ABRIL 10, 2012▪

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A las 10am, la clase de Wonwoo iniciaba su alborotada rutina diaria. Los inteligentes, los promedio y los no tan brillantes fueron llenando el salón de mala gana. Los grupos de adolescentes se encontraban en secciones: Los rebeldes, los nerds, las chicas bonitas y por último los inadaptados que nadie notaba. Wonwoo contaba como uno de los últimos, uno diría que, porque él siempre tenía la nariz inhalando la esencia de alguna novela de Stephen King. Ignoraba sus alrededores, y los libros que leía mantenían a sus compañeros alejados de él. Tampoco es como si le hablaran, sólo le conocían como el mejor amigo de Mingyu (y se preguntaban cómo es que dos personas con diferentes personalidades podían conocerse).

Cuando Wonwoo levantó la mirada para revisar el objetivo anteriormente escrito en el pizarrón, se percató de que algunos cuerpos bloqueaban su vista. Optó por continuar su lectura. El ruido, fuerte y caótico, no molestó a Wonwoo ni un poco. Era capaz de leer sin saltarse una sola palabra, algo que Mingyu encontraba sospechoso. "¿Eres un mago o algo parecido?" solía preguntar. La respuesta de Wonwoo sería un asentimiento con la cabeza y algún encantamiento de Harry Potter, mientras movía sus dedos en el aire.

El momento en el que el profesor entró por la puerta, todos volvieron a sus asientos; sólo por mera obligación. El señor Park, un alto y escuálido profesor coreano-americano con un anticuado permanente, entraba al salón con un tazón de ramen instantáneo y un frappuccino de Starbucks. Él sobresalía -era obvio- pero sus habilidades en el coreano eran limitadas. En un ambiente variado, mucho del lenguaje adolescente mezclaba inglés y coreano, y Wonwoo imagino que debió haber sido difícil para el señor Park acostumbrarse, porque él apenas sabía preguntar dónde se encontraba el baño sin antes rendirse y terminar preguntando en inglés.

"Hey" -Wonwoo volteó a la derecha, viendo a un compañero acercarse a él- "Eres amigo de Kim Mingyu, ¿cierto?" Él asintió. "¿Podrías darle esto por mí, por favor? Gracias."

Antes de que Wonwoo pudiera negarse al favor, ya que era terrible recordándolos, el estudiante (¿Era Junhui?) dejo un sobre en su pupitre.

Justo cuando Wonwoo estaba por regresarlo, el profesor comenzó con la introducción para la clase de ese día. Suspiró, metiendo el sobre entre las páginas de su cuaderno. Recordaría entregárselo a Mingyu -estaba, casi, seguro de eso.

El profesor habló de un autor mundialmente conocido de nombre Edgar Allan Poe. Wonwoo había oído de él, pero no sabía nada más que el hecho de que fue escritor. Aprendió en la lección de ese día, que Poe era un hombre que aparentemente se casó con su prima de trece años y usualmente escribía historias envueltas dentro de una oscura moral. Tuvo una muerte misteriosa y usaba ropa que no le pertenecía cuando esto sucedió. Los demás estudiantes no parecían interesados, y algunos se atrevían a decir que Poe era un sociópata. De cualquier manera, Wonwoo estaba interesado.

"Wonwoo" -El profesor Park escribió una palabra en latín sobre el pizarrón, se dirigió al estudiante cuando terminó- "¿Sabes lo que esto significa?"

Wonwoo llevó su vista hasta el pizarrón, leyendo las letras romanizadas cuidadosamente. Sobre la superficie verde había una sola palabra. Mortem. Fácil.

Respondió, "Es la palabra en latín para muerte."

"¿Y puedes explicar la muerte?"

"La muerte es" -Wonwoo ajustó sus lentes, le habían sido prescritos hace un par de semanas, y talló sus ojos- "cuando la vida de alguien termina."

El señor Park asintió. "Simple, pero no demasiado metafórico. ¿Alguien más?"

Del otro lado del salón, una chica de cabello negro rizado alzó su mano. Wonwoo la reconoció como la chica que no podía mantener su nariz fuera de los asuntos ajenos (él no conocía su verdadero nombre, incluso después de que había sido transferida a esa escuela a principios del segundo semestre, y sólo la reconocía por el título que le fue dado). Sus labios estaban agrietados, y una pequeña parte de piel se levantaba del centro de su labio inferior. Se sentaba con demasiada confianza, una pierna puesta sobre la otra y con su barbilla por lo alto. Fue nombrada cuando el señor Park la notó.

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