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El señor Macken está explicando su tonta teoría de que todos nos iremos al infierno por nuestros pecados, si tenemos en cuenta que para el todo es un pecado, todos iremos al infierno. Dice que hay de mayor a menor, refiriéndose que unos pueden ser perdonados y otros no.

-Alumno Riken, usted irá primero al infierno por no poner atención, deje de pensar en sus chicas tetonas y mejor piense en que puede cambiar para no ir al infierno.- me dice mi querido profesor.
-Metase eso por el culo.-

Ahora estoy en la sala del director, esperando mi llamada de atención o reporte, prefiero estar aquí que con ese viejo panzón.
Entonces, veo a un pequeño chico entrar a la oficina.

-Disculpe, ¿sabe dónde está el salón...-saca una hoja arrugada de su bolsillo y la lee.-...44?
Es mi salón, ¿que querrá este infante?, ¿buscara a su hermano o algo así?

-Este muchacho le puede decir dónde está, el va con usted.- dice una señora que al parecer es la secretaría y me apunta.
Ahora tendre que llevar a este niño a mi salón.

Voy caminando en el pasillo con el niño, me llegua al hombro, su cabello es negro, sus ojos pequeños, su nariz delicada y unos labios besables; es un niño tan adorable e inocente.

-Oye.-me dice con una voz temblorosa.
-¿Qué quieres?.-
-Necesito lamértelo.- se pone muy sonrrojado.

¿Lamermelo?

Mi dulce shota ♡  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora