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Sonaba "Los pollos hermanos" de los Chikos del maíz en aquel coche que se alejaba de la capital del país un viernes noche. Albert, que estaba sentado en la parte trasera del vehículo para evitar que alguien le reconociese, fruncía el ceño escuchando atentamente.

"Tienes groupies que son groupies de Roncero e Inés Arrimadas, me dan vergüenza ajena, no digo nada. Así mirando de pasada, y son cosmopaletos mourinhistas que luchan por la unidad de España. "

Albert soltó un bufido pero no dijo nada y siguió escuchando mosqueado.

"Pide curro en Ciudadanos, no lo descarto,
te van las bolsas, y quedar el cuarto. "

-Pablo, no me gusta esta música-. El de la coleta se giró desde el asiento del conductor y le miró sonriendo.
-Lo siento, pongo la radio-. Pablo se volvió hacia delante y dejó la primera emisora de música que encontró.

Hacía dos escasos meses que habían empezado con esta locura. Aquel día que Pablo se lanzó y lo besó en los baños del Congreso. No se había podido contener después de la intervención de Albert en el pleno, le había puesto demasiado cachondo. Albert, lógicamente, se había enfadado y se había ido sin decir nada. Pero apenas tardó unos días en llamar a Pablo y citarlo en su casa para hablar del tema. Albert intentó convencerle de que a él le gustaban las mujeres y que no quería nada con él pero no consiguió persuadir a Pablo, que sabía que ambos habían sentido algo con ese beso, a pesar de lo mucho que había empeorado su relación desde las primeras elecciones.
Como Albert era muy tímido y todo esto era nuevo para él le había costado admitirlo pero después de todo, aún siendo rivales políticos, habían acabado acostándose varias veces en sus ratos libres. No eran nada, habían acordado que solo sería sexo puntual, que no hablarían de política y que, por supuesto, no se lo contarían a nadie. Albert era muy controlador con el tema y estaba continuamente alerta, como por ejemplo ahora, que estaba sentado en la parte de atrás del coche por si alguien le veía por la autopista, a pesar de que iba con gafas y gorra. A Pablo le parecía muy divertida la situación y se lo tomaba a broma, aunque sabía que tenía que ir poco a poco con Albert porque todo esto era nuevo para él y le estaba costando. Por eso a Pablo le había sorprendido que fuese precisamente Albert el que le propusiera irse a pasar el fin de semana juntos a una casa en la montaña de un amigo de Pablo.

- ¿Qué excusa le has dicho esta vez a tu novia? - Pablo seguía con su activa y variada vida sexual a pesar de lo que tenía con Albert pero, en cierto modo, le molestaba que el naranja siguiera con su pareja y que, aparentemente, se les viera felices y enamorados.
- Le he dicho que iba a pasar el finde con unos compañeros de partido para preparar la campaña.- Apenas quedaba un mes para las elecciones del 26J.
- Claro, porque si le dijeras que vas a experimentar un par de días de sexo salvaje con el increíble Pablo Iglesias igual se molestaba, ¿no?
- Eres idiota- Albert soltó una carcajada y golpeó a Pablo en el brazo. Pero la intención del podemita no era que sonara como una broma.
- Fijo que yo te follo mejor. -Albert abrió los ojos sonrojándose. - ¿A que sí?- Pablo sonreía de lado mientras esperaba la respuesta del líder de Ciudadanos.
-No compares- dijo en un murmullo.

Esa respuesta fue suficiente para Pablo pero quería más.

-En la cama, soy lo mejor que te vas a encontrar nunca.
-Claro. Probablemente nadie folle tanto como tú. Eres experto.
-¿Te molesta? Ser tan guapo es lo que tiene.- se pasó la mano por la barba.
-Lo de guapo es discutible.- rió Albert ignorando la primera pregunta.
-Ay, Albert.- suspiró Pablo- Ya sabes que a mí no me engañas.

En ese momento sonó el móvil de Pablo que puso el altavoz.

-Hola, Íñigo.
-Hola. ¿Sales a tomar unas cervezas?
-Tío, estoy yendo a casa de un colega. Vuelvo el domingo.
-Pero, ¿te quedas tanto tanto tiempo? Qué raro.
-¿Por?- Pablo rió porque ya sabía lo que iba a decir Íñigo.
-Porque normalmente te follas a la gente en una noche.- Albert soltó un pequeño grito y enseguida se tapó la boca.- Uy, lo siento, ¿vas acompañado?
-Sí, idiota- Pablo soltó otra carcajada más.- Pero esta vez no vengo a follar. Os pensáis todos y todas que vivo para eso, ¿o qué?
-Bueno tío ahora no me vengas de santo.- Íñigo tosió al otro lado del teléfono y puso voz más amable.- Encantado de conocerte, amiga o amigo de Pablo. Que lo paséis bien.- Albert miró a Pablo sin saber que hacer y poniéndose muy nervioso.
-Íñigo no seas pesado.- le salvó Pablo.- Nos vemos el lunes.
-Adiós. Pasadlo bien.- ambos colgaron a la vez.

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