¿Acaso acababa de escuchar bien, o mis oídos me jugaban una mala pasada? Se supone que para ser nuestra sirvienta, también debería recibir órdenes de mí, y eso era algo a lo que simplemente no estaba acostumbrado. A lo mejor se equivocó, no puedo tener una sirvienta.
Asentí al señor Zayn, y me dispuse a ir en busca de Sofía, que al parecer se encontraba en la gran cocina. Hasta el momento era difícil creer que él confiara tanto en mí como para dejarme caminar solo y estar simplemente en mi cuarto, sin miedo de que me escapara.
“Hola, señor”, dice la muchacha, una vez me encuentro a la vista.
“Eh… hola”, sonrío dubitativamente, observándola con cuidado.
“¿Qué pasa? Estoy a sus órdenes”
***
Lo próximo que sé, estoy en el cuarto de huéspedes; y para ser sincero, no me lo puedo creer. Es mejor que cualquier otro cuarto en el que haya estado antes, incluso el de mi casa, donde tan cómodo logré sentirme en un tiempo, y donde en un día todo había venido cuesta abajo para mí.
Como cualquier forastero, exploré todo lo que encontré a mi paso, las cortinas, la cama, la televisión, -sí, tenía televisión-, y todo, todo me pareció encantador.
Habían pasado unas horas desde que entré y al cabo de no podría decir cuánto tiempo, escuche el pomo de la puerta dar un giro, y cuando me torné a ver quién era, me encontré con la cegadora mirada de aquel joven de ojos miel, que en este momento era mi… señor.
“¿Feliz con lo que ves, perrita?”, dijo de una manera que no sabría decir si era malévola.
“Si se refiere al cuarto… está muy atractivo, s-señor”, dije lentamente y terminé murmurando.
“Cuando me hables, quiero que lo hagas alto y claro, ¿está bien?”, dijo con frustración.
Pude notar como se acercaba peligrosamente a mí y con su mano extendida, empezó a acariciar mi brazo, reprimí un suspiró y simplemente lo dejé hacerlo, porque sinceramente no sabía que más hacer. Su toque era tan suave y delicado, pero tan lleno de posesividad, de control, de determinación, que daba miedo.
“¿Sabes algo?”, dijo mirando fijamente mis ojos, y sus manos subieron a mis hombros, “te compré, y ahora eres mío”, continuó, deslizando su mano lentamente por mi pecho y dejándola posteriormente descansar en mi abdomen, “y me aseguraré de que lo sepas”, sonrío, mientras tenía su labio inferior levemente mordido, y se acercó a mi cuello, dejando un suave y único beso.
Tragué saliva fuertemente, porque no me esperaba ni lo que me había dicho, ni el gesto con el que lo había acompañado. No dije nada, no podía ni que quisiera. Las palabras se encontraban atrapadas en mi garganta sin oportunidad de salir. Cerré mis ojos y por un momento deseé que ese ardiente tacto cesara, y que todo esto fuera nada más que un oscuro sueño.
***
“Señor Zayn… ¿P-puedo caminar alrededor de los jardines?”, pregunté algo dudoso al finalizar la cena, que había sido incómoda, luego de lo que había pasado en mi habitación, digo, la habitación de huéspedes.
“¿Por qué no? Pensándolo bien, a mí me haría bien una buena caminada”
En menos de lo que me imaginé, él ya estaba esperándome en la puerta, así que me levanté y caminé a su encuentro con los platos en la mano, que me disponía a llevar personalmente hacia la cocina.
Sentí una mirada clavarse en mi rostro y cuando me acerque a la puerta, una fuerte mano se cerró sobre mi brazo, deteniéndome.
“¿Qué mierda crees que haces?”, dijo rabioso, y en realidad no sabía por qué podía estarlo. Estaba seguro de no haber hecho nada malo.
“Perdone, señor, ¿a qué se refiere?”
“Eso, Sofía estará más que complacida de atender los platos ella misma. Te he dicho que es nuestra sirvienta, nuestra”, dijo y sentí como su agarre se cerraba fuertemente en mi brazo, que empezaba a doler.
“Personalmente, considero que no es un mal gesto llevar…”, dije, y tan rápido como lo había hecho, sentí el escozor en mi mejilla. Me había abofeteado.
“¿Quién decide qué es bueno y qué es malo aquí, perra?”, dijo gravemente, sin quitar un momento la vista de mis ojos, que se llenaron de repente de espesas lágrimas.
“U-usted, señor”, murmuré con dificultad, intentando a toda costa evitar que mi voz se quebrara.
“Efectivamente. Deja eso ahí y vamos, si no quieres que me arrepienta”
Mi mejilla seguía ardiendo cuando salimos por la puerta principal y nos sumergimos en el maravilloso jardín, miraba la espalda de mi dueño y no podía dejar de notar la anchura de ésta, y la forma cómo se marcaba levemente su estrecha, pero muscular cintura, a través de la camisa. Verlo era aterradoramente encantador. Hablar con él, era simplemente una pesadilla, y eso que solamente lo había tratado por menos de un día.
Era una noche estrellada, el cielo estaba oscuro, e iluminado solamente por la tenue y delicada luz de aquellos blancos punticos en el cielo. La luna, aparentemente se escondía de las miradas en esta precisa noche.
Vi de reojo al señor Zayn, y su perfil dejaba resaltar lo mejor de sus facciones. Su mandíbula y sus pómulos, ligeramente marcados. Noté, probablemente de forma equivocada, que se sentía solo, y aproveché su aparente vulnerabilidad para preguntar quizá de las cosas más arriesgadas que alguna vez le preguntaría.
“¿Qué es lo que quiere usted conmigo, señor?”
Él me miró, las emociones ocultas tras los exquisitos ojos miel.
“Quiero tenerte, tenerte y hacerte mío cuando me plazca”, susurró impasible.
Una descarga de adrenalina recorrió todo mi cuerpo, incluso aquellas partes que me avergüenza admitir, pero lo hizo. Mi sangre hirvió y sentí cómo iba oxigenando y llenando todo mi cuerpo. Él lo notó.
“Y eso es exactamente lo que quieres que haga, asumo”, dijo y miró mi pantalón y mi ya creciente intimidad.
Él se encontraba indudablemente tranquilo, pero eso no evitó que su mano viajara hasta el inferior de mi abdomen y en una milésima de segundo se encontrara en mi intimidad.
Un leve y casi inaudible gruñido escapó mis labios.
“¿Ves por qué te llamo perra?”, sonrío, le dio un leve estrujón a mi travieso miembro, y luego de un largo segundo, me dio la espalda, dirigiéndose hacia la puerta.
Lo seguí, y en el trayecto, me sentí lo más sucio y vulnerable que alguien podía sentirse… pero no puedo negar que cada centímetro de mi ser, ansiaba a ese hombre, de la manera más inocente y de la más apasionada, todo al mismo tiempo.
No seas idiota, Liam, él sólo te quiere como su juguete…
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Who is brave, is free. (Ziam Mayne)
Fanfiction¿Mi vida? Mi vida es una mierda, pero no siempre lo fue. Todo empezó en la secundaria cuando mi "mejor amigo" se enteró que era gay y se encargó de decirle a todos en el instituto. Desde ese día sólo recibía insultos, golpes y malos tratos de mis co...