Por Jorge Arabito
Hace un tiempo, la pelicula "abre los ojos" me conmovio mucho. Para definirla irónicamente, podría decir que es una elucubración acerca de qué pasaría si a la Matrix la administraran gallegos (o argentinos)... Y que por ejemplo una mañana te despertas, salís de tu casa y el programa cargador se olvidó de poner gente en la ciudad, o se taró, y en lugar de tu adorada y dulce novia, tenes tendida en tu cama a la loca del barrio. Y nadie te cree que esa impostora no es ella, peor aún, sabe las cosas que le dijiste a tu novia, tiene documentos, está en tus fotos y en las que son su historia... Atroz! ¿Estás enloqueciendo? ¿te están engañando?
Algo así les pasa a los yankis: cuando hay una buena película "extranjera" (en este caso de Alejandro Amenabar, el mismo que hizo "Tesis" y después filmó "Los otros", creo que se las regaló como peaje para entrar al olimpo de hollywood) en lugar de ponerle subtitulos o doblarla como hace la gente normal, la filman de nuevo con petreos actores. Asi hicieron con "la jaula de las locas", "tres hombres y un biberon" y con "Nikita". En algunos casos, la cosa llega tan lejos que recrean toma tras toma. En ese camino, el cine de EEUU es una mala sombra, un mal sueño, una pesadilla de los sentidos para las producciones de un cine que intenta ser global.
En un sentido contrario, marcha "Mision a Cachemira", pelicula India (?) de extraña fractura. Parece una de Tom Cruise mezcla con Van Damme, en la que a cada rato paran de luchar y se ponen a cantar y bailar -y la cancion les ayuda a comenzar una nueva etapa- , o cuando alguien se acuerda de algo terrible pasan la escena anterior completa. Un filme mezcla de documental turistico, y película de acción con alguna ilustración de corrección política sobre la disputa acerca de la región de Cachemira. Pero todo esto, filmado de acuerdo al canon occidental. Con explicacion de conductas, lugares, religiones e ideologías para que el neófito se ilustre. O sea, una pelicula presuntamente hindu pero filmada con la mirada puesta en el mercado global. Como nuestras "Doce reinas" o "El mismo amor, la misma lluvia". O sea un quizás inutil intento de evitar que la industria del cine de EEUU si le gusta la haga de nuevo, y en lugar de eso, compre ésta. Quizas, ojalá, no les salga la agachada... Quizás lleva demasiado lejos las reglas del melodrama, pues al final, excepto los muertos, todos los protagonistas se reconcilian fervorosamente...
"Vanilla sky" (y antes "Abre los ojos") plantea un dilema similar al de Matrix: ¿Cuan real es nuestra experiencia de vida? Que quizás estás sumergido en un tanque de entretenimiento virtual hasta que decidas salir, pero afuera ya te olvidaron y no te acordás como salir y la montaña rusa, los autitos chocadores y la calesita ya te aburrieron... Y empezas a romper todo... en tu cabeza.
"Abre los ojos" lo planteaba con una delicadeza extrema. No hacen falta efectos especiales, cuando la tecnica presuntamente recrea a un mundo con tanta perfeccion que no se diferencia del real. Es como esas pelis de robots-androides en las que hacen a un automata igual a una persona... Entonces es un actor, personaje medio lelo que hace de robot y para diferenciarse toma todo lo que se le dice literalmente -Odio estas pelis...- . "Abre los ojos" es una interesante expresión cinematográfica de la alienación. Sobre todas las alienaciones. ¿Qué sabemos de lo que nos rodea? ¿De cuántas maneras diferentes se puede percibir una misma realidad? ¿Cómo puede castigarte tu mente cuabndo percibe que las cosas no están bien? El director Alejandro Amenabar, se preguntaba en un reportaje: "Muchas veces hemos tenido la sensación de que ya hemos vivido algún momento y lo que yo pregunto es: ¿Y si realmente ya lo hemos vivido?"
Esta película teje una trama donde se conectan varios materiales muy distintos pero coherentes, como la amistad y la traición a un amigo, un amor que empieza con toda su magia, la apariencia de las cosas y lo que las cosas son en realidad, incluso si esa realidad está hecha también de apariencias o si esas apariencias cargan algo de realidad. Un hilo tensado al límite de intriga psicológica nos hace recorrer todos los recovecos de los sentimientos humanos: El deseo sexual, la traición, el autoengaño, la culpa, la venta mil veces consumada del alma al diablo y la fragilidad de las apariencias. Ya aprendimos a destruir el paraíso y, cuando lo ponen en nuestras manos, no podemos evitar destrozarlo, como hace el niño con su juguete favorito.
Al verla, nos preguntamos qué esta pasando. ¿Es su protagonista, César, víctima de una conspiración? Lo están engañando? Nos está engañando a nosotros? es un mitómano? ¿En qué plano ocurren las cosas? En Vanilla Sky, por otra parte, más allá de los efectos especiales o de apreciar como quedaría Tom Cruise con cara de torta, la trasposicion es tan compleja que nos preguntamos que carajo pasa. La primera en mi opinión es una verdadera obra de arte, la otra su pálido reflejo en la epoca exacta que la reproductibilidad técnica de la obra de arte, destruye el aura de aquella lejanía.