Parte 1

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"No lo veo como una incapacidad, más bien como un síndrome. Uno extraño que no me deja disfrutar en paz pero, al parecer tiene una excepción."

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Nunca se dio el tiempo de pensar en qué tanto afecta esto a su vida. Según él, que las cosas se transformen en monótonas y aburridas de un momento a otro no es algo que requiera de su atención de todos modos.

Estaba acostumbrado a que cualquier actividad que le pareciera fascinante por algunos segundos, luego fuera la cosa más estúpida que no debería molestarse en intentar.

Siempre era así, con todo. Nunca había tenido una pareja estable porque se aburría y perdía irremediablemente el interés en cuestión de minutos. Lo mismo era con las amistades.

Es que la sola idea de pensar en juntarse más de una vez con la misma persona a hablar de cosas que tendría que fingir que le interesaban, le enfermaba. Es por esto que en su lugar prefería ir a "divertirse" a un bar, antro, burdel, lo que fuera que le atrajera aunque sea un microsegundo en busca de experimentar por fin el placer de la vida.

Ah, el placer de la vida que pareciera que jamás iba a experimentar...

Hasta ahora.

Lo supo en el instante en que sus ojos azules dieron con los oscuros de la chica despampanante que llamaba la atención de todos los que la rodeaban.

Al principio fingió que no le importaba, porque de todas formas era cuestión de momentos para que esto fuera así, pero esta vez no sucedió. Pasaban los minutos y aquella sentada en los sillones afelpados de atrás que con su mano tan blanca de marfil se acomodaba un mechón de cabello negro detrás de su oreja mientras movía sus labios pintados de purpura oscuro para formar una sonrisa cohibida en respuesta hacia un piropo de un hombre que no pudo evitar decir casi como si fuera una exclamación de sorpresa al verla, seguía siendo fascinante a sus ojos.

Fue un minuto entero que pareció durar el encuentro de sus miradas. Ella se había volteado a ver nada en particular con sus atrayentes ojos y dio con los suyos.

Menma dudó unos momentos en su interior, creyó que si la seguía viendo el efecto que tenía en él en esos momentos pasaría, pero nada, seguía allí. Una chispa ardiente en su interior que parecía quemar y un aroma extrañamente dulce que jamás había sentido en el aire lo embriagó todo lo que duró ese contacto visual.

—Señor.

La voz del barman rompió el contacto. Menma volteó el rostro hacia el hombre joven que limpiando una copa despreocupado le preguntaba qué quería para beber.

— ¿Quién es ella? — Preguntó sin poder evitarlo, señalando con un ademán de cabeza en dirección hacia la chica mientras con el dedo despreocupadamente indicaba el licor que se le antojaba en esa ocasión—¿Trabaja aquí? ¿Cuánto cobra? — Quiso saber de inmediato, volviéndose a mirar en dirección a la chica que ahora estaba concentrada en una conversación con un tipo que insistía en hablarle. Ella solo miraba al hombre de una forma que pareciera decirle "estas totalmente enganchado de mí, lo sé".

—Oh, en realidad no trabaja aquí —Respondió el barman sirviéndole. Menma hizo una mueca con desagrado al escucharlo— Sin embargo es muy conocido en este lugar. Suele venir con frecuencia.

— ¿Conocido? —Cuestionó por el adjetivo masculino que usó el barman creyendo que había sido un error de este. Tomó un sorbo a su trajo.

—Sí, conocido. Es un chico en realidad.

Anhedonia (MenChara)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora