Capítulo 8

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Agradeció que los primeros rayos de sol empezaran a hacerse presentes en la habitación, ya que la noche se le había hecho eterna al no poder dormir. No sabía si Tao había logrado conciliar el sueño debido a las múltiples vueltas que este había dado en la cama.

Creía que la cabeza le iba a estallar en cualquier momento. El quedarse pensando en su situación y en su posible futuro no había sido buena idea, ya que el sueño no se había apoderado de él en ningún momento.

Las vueltas de Tao en la cama lo sacaron de sus pensamientos. El muchacho seguía dormido, pero al moverse, lo abrazó y apoyó su cabeza sobre su pecho. SeHun se quedó sorprendido ante esto y respondió acariciando el pelo de su marido. Tao, ante las caricias de SeHun, abrió los ojos y lo saludó con una sonrisa y los ojos medio cerrados. Pensó en tumbarse al lado de su marido, pero sus impulsos lo llevaron a besarlo en la boca con ternura como forma de darle los buenos días. Ocupó de nuevo su lugar en el pecho de SeHun y empezó con su dedo a hacer círculos sobre este.

- ¿Cómo has dormido?- logró preguntar SeHun.

- Bien- susurró-, ¿y tú?

- No he pegado ojo en toda la noche- confesó.

- ¿Por qué?- apoyó su codo en la cama para mirarlo-. ¿Te he molestado al moverme?

- No- sonrió de forma dulce, mientras acariciaba su mejilla con ternura-. Solo son los nervios por nuestra nueva vida.

- Te entiendo- sonrió-. Hay muchas incógnitas en nuestro futuro, pero debemos confiar en que nos irá bien.

- Sí- se incorporó para sentarse en la cama.

- SeHun... sé que nuestra situación es complicada, pero también estoy convencido de que algo te está atormentando- gateó en la cama, hasta ponerse frente a él.

- ¿Y si me enamoro de ti y tú no te enamoras de mí?- susurró con la voz rota.

- ¿Lo preguntas por el chico del que hablamos?- su expresión se tornó triste.

- Sí- susurró.

- Eso no va a pasar- cogió una de sus manos y sonrió-. Tú eres mejor que él y sé que lograré amarte.

- ¿Pero y si no, o si pasa al contrario?

- SeHun- rodeó sus rodillas con sus brazos y apoyó su barbilla en las rodillas del otro-, nos va a ir bien- sonrió.

- Gracias- imitó a Tao, apoyando su barbilla sobre sus rodillas, haciendo que sus frentes se apoyaran la una en la otra.

Ambos cerraron los ojos, ya que la escasa distancia que los separaba se hacía algo incómoda. Tao sabía que podía alejarse en el momento que lo deseara, pero ese momento no llegó como él pensaba que pasaría. Por el contrario, sonrió al ver cómo SeHun respiraba más fuerte para inspirar su aroma.

Incitado por ver cómo se veía el menor en aquel momento, abrió los ojos y observó sus perfectas facciones aprovechando que SeHun tenía los ojos cerrados. Se mordió el labio inferior para evitar los pensamientos que se le estaban viniendo a la cabeza y cerró los ojos, ya que era lo única forma que tenía para no hacer lo que estaba pensando.

-OOOO-

Nunca se había reído tanto en el desayuno. Se sorprendió al ver la buena compenetración que tenía SeHun con su madre, la cual tenía una sonrisa más bonita que la de los ángeles. Pudo ver cómo era realmente su esposo y lo mucho que quería a aquella mujer. Si lo llegaba a querer a él una décima parte de lo que quería a su madre, estaba seguro que todo iría bien en su matrimonio.

La reina los dejó solos una vez que salieron al jardín. Su esposo lo llevó a conocer el jardín y a pasear mientras charlaban de literatura. SeHun aprovechó para recomendarle el libro que hacía unos días se había leído.

- Me encanta tener a alguien con quien poder compartir mis gustos- sonrió Tao.

- A mí me gusta ver que, aparte de mi madre, hay alguien más a quien no decepciono- sonrió con tristeza.

- ¿Lo dices por tu padre?- SeHun asintió-. Es un guerrero como mi padre. Ellos no valorarán nunca cosas como la literatura.

- No sé qué ven en la guerra.

- Poder y dominación.

- Eso es patético.

Tao se paró de repente, haciendo que SeHun lo mirara confundido. Aquella respuesta lo había dejado muy sorprendido, sobre todo, por la diferencia con respecto a Yi Fan.

- ¿El poder no te importa?- lo miró sorprendido.

- No. A ver es importante porque, si lo tienes, controlas todo lo necesario para mejorar la situación del conjunto de la sociedad y también porque puedes proteger mejor a los tuyos. Pero el poder relacionado con la guerra, la violencia, la sangre, la dominación,..., no tiene sentido para mí. ¿Por qué lo preguntas?- Tao bajó la cabeza, habiendo silencio durante unos segundos-. ¿Él puso el poder por encima de ti?- Tao lo miró con tristeza.

- Algo así.

- ¿De quién se trata?- preguntó curioso, aunque sabía que en verdad no quería saberlo.

- Es un hombre influyente.

- ¿Y eso le impedía estar contigo?- enarcó una ceja.

- Es mejor cambiar de tema- siguió andando.

- ¿Estaba casado?- lo siguió.

- No- susurró.

- Hombre influyente, que no está casado, pero que tiene unas obligaciones no compatibles con una relación.

- Más bien, no compatibles conmigo.

- ¿Es el rey de Catay?- lo miró, ocultando su temor.

Tao de nuevo se paró en seco y miró a SeHun un poco asustado. El menor, al ver la expresión de Tao, supo que había acertado de lleno. ¿Tao había sido el amante del rey de Catay? Sin saber cómo, ni cuándo, su corazón empezó a debilitarse. Un vacío empezó a nacer en su interior y justo fue ese el momento en el que supo que no debió haber preguntado.

Las facciones cada vez más tristes de SeHun, le hicieron ver a Tao la inseguridad y dolor que se estaba apoderando de este. Cogió su mano para sacarlo de todos aquellos malos pensamientos, ante lo que SeHun le contestó con una sonrisa forzada.

-OOOO-

La luz de la luna iluminaba su rostro a través de la ventana. Miró hacia ningún sitio, ya que se encontraba concentrado en sus pensamientos. La sola idea de estar enamorado de Tao lo atormentaba, sobre todo, si este estaba enamorado de otro hombre. Por si fuera poco, ese hombre era el rey de Catay, un hombre adiestrado en armas y que, seguramente, era el hijo que su padre habría deseado.

Miró a Tao, quien estaba dormido. Caminó hasta la cama con una sensación de pesadez. Se tumbó junto al mayor y se quedó observándolo, dándose cuenta de que era perfecto.

¨Todo este tiempo he vivido tan solo con el amor de mi madre. Me he acostumbrado a tener el odio de mi padre y la falsa amistad de muchos. Pero, ¿podría resistir el que vivas por toda la vida a mi lado y amando a otro? Creo que eso me volvería loco¨.


El príncipe de hieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora