Continuaba volviendo a ese lugar, al cual no sabía cómo volver; no porque yo quisiera sino por ser un requisito para cumplir mi futuro.
Era un lugar tan extraño; habrá pasado un mes desde la primera vez que entré por sus puertas pero aún así no lograba acostumbrarme. Ciertamente, con 13 años de haber vivido en un mismo agujero, cualquier lugar sería como una dimensión paralela para mis sentidos.
No aterricé en este mundo para ser una persona extrovertida. Cada día era una nueva misión que completar, lograr adquirir los conocimientos necesarios y establecer una pequeña relación con los seres que me rodeaban, algo muy agotador.
¿Qué recursos utiliza un ser humano que no puede formar vínculos fácilmente para tener el coraje de hablar con una mirada que capta su atención? Cerrar los ojos y lanzarse. Y así lo hice. Para ser la primera vez, no salió tan mal.
Pues sí, al considerarme una persona que se ilusiona demasiado y muy profundamente, creía que el amor de mi vida aparecería de la nada, un día cualquiera y en un lugar común y corriente.
Así pasaron unos 9 días antes de que decida dar el primer paso, entre lo positivo y lo negativo, ventajas y desventajas, valor y cobardía. Eventualmente tuve que hacerlo antes de que mis agallas expiren.
De todas las sonrisas que había visto en mi vida, la suya tenía un brillo especial. Su voz tan relajada se parecía a la de un padre tarareando una canción de cuna a su hijo pequeño que no puede dormir porque tiene miedo. ¿Qué me habrá llamado a la acción?
El que parezca una persona confiable no significa que lo sea, eso lo tengo bastante claro. Pero él tenía un aire de bondad inquebrantable, incorruptible. Mientras pasaban los días, lentamente me daba cuenta de qué fue lo que en realidad me atrapó.
Dicen por ahí que de una mente no te liberas ni cerrando los ojos. La víctima era yo, tal cual. Me daba miedo aceptar la realidad de enamorarme de nuevo, muy a la ligera. Es aterrador saber que alguien tiene control sobre mis sentimientos, mis emociones; pero no me doy cuenta de eso antes de estar hasta el cuello.
"Confía, él te ama" me decía una voz interior durante el momento decisivo de esta pequeña pincelada en mi vida. No había nada que hacer, no existía escapatoria de ese laberinto en el cual entré aquel atardecer de un viernes.
Las vivencias parecían ser interminables. La felicidad; un regalo que no merecía. Ciertamente, no existen las almas gemelas. Existen dos personas que se aceptan tal como son, con sus virtudes y defectos. Dos almas que eligen permanecer unidas.
O no.
Hoy, unos cuantos meses después, admito que me hubiera gustado tener alguna señal intergaláctica del camino que debí haber tomado. En esta primavera, lo único que floreció fue mi soledad. ¿Moraleja? Ninguna.
Él ya no está. Los recuerdos dejaron marcas en mí durante un par de semanas. Me visitaban las lágrimas cada cuarto de hora y me consumía la resignación después de un suspiro de integridad mental. Si lo viera en persona un día de estos, no lo reconocería.
El "adiós" es personal. El camino recorrido, mutuo. Y los recuerdos... perdidos en el tiempo.
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El pasado que no existió
Teen FictionRecuerdos perdidos en el tiempo, sellados en mi cabeza desde una perspectiva aguada. Los nombres y lugares no son originales, para apoyar la reducción del dolor mental.