08-03-10
Hoy comenzaban las clases y el joven Aaron de 13 años empezaba la secundaria, un gran paso. Él estaba muy nervioso ya que lo habían cambiado de escuela y allí no tenía amigos, no tenía a nadie más que su madre.
¿Y quién no estaría nervioso de pasar de ser el más grande de la primaria, al más pequeño de la secundaria estando tan solo?
Aaron se colocó su nuevo uniforme, un traje como el que su madre le hacía usar para ir a la Iglesia. Aburrido y gris.
Él ya estaba listo. Se miró al espejo. Su cabello, castaño claro, estaba algo alborotado pero prolijo a la vez.
Sonrió para si mismo y bajó hasta la cocina, donde estaba su hermana mayor, Roxan, tomando su desayuno. Ella al ver a su hermano rió burlonamente, arqueando una de sus finas cejas. Pero él, sin prestarle atención a su hermana, se dedicó a comer su desayuno para luego irse con su madre a la escuela, su nueva escuela.
Al llegar su madre beso su mejilla ruidosamente luego de que él se baje del auto algo viejo y sucio. Algunos jóvenes miraron a Aaron burlonamente pero este ni se inmutó. Era ingenuo y la emoción era más grande.
Entró a la institución, estaba aun más y feliz.
De su camisa saco el papel donde le indicaba sus horarios y su casillero.
Con la mirada busco el casillero 45. Sonriente caminó hasta él y puso la clave que decía el papel, 537. Cuando este abrió metió algunos libros de sobra y se quedó con los de historia, que era los que iba a usar en ese momento.
Notó que un grupo de jóvenes estaban a su alrededor. Todos altos y con chaquetas azules, del equipo de fútbol, todos eran mayores que él, y por ende más fuertes. Aaron estaba confundido y bastante intimidado
—Hola, raro—Habló uno con el cabello rapado a los costados, al estilo punk. Eso le llamó la atención al pequeño castaño pero optó por no decir nada.
—No me llamo raro, me llamo...— Otro azotó fuertemente la puerta de su casillero.
—A nadie le importa— Rió el primero, al igual que los otros. Los jóvenes se acercaron más a él.
Y desde ese momento todo comenzó. El Aaron feliz y lleno de gracia en sus ojos ya era otro...
