Este pequeño relato es mas bien personal. Es sobre algo que me pasó hace poco y el cual día con día lo trato de superar. Hasta ahora, solo lo conocían unas cuantas personas, ahora estoy preparada para compartirlo con todos ustedes...
Espero les guste...
Ella gritó en plena agonía, tratando de controlar el dolor que amenazaba con hacerle perder el sentido. Rechazó la mano que mi madre le tendía , me miró con mirada suplicante y yo entendí lo que quería decir.
-Déjala- le dije con dureza, con mas dureza de la que pretendía- déjanos solas.
Mi madre me miró un poco confundida, pero al ver mis ojos llenos de lágrimas, asintió y salió de la habitación cerrando la puerta con suavidad.
El cuarto quedó a oscuras, la poca luz que se filtraba por la puerta se había evaporado. Sólo distinguía su contorno, oía sus sollozos amortiguados y percibía la botellita con suero cada vez mas vacía. Me acerqué al interruptor y encendí la luz. Se le había caído el pelo por la quimioterapia, se veía pálida y desmejorada.Voltee hacia la ventana y retiré las cortinas. Fuera el sol proyectaba sombras, con tonos anaranjados. Suspiré y di la espalda al hermoso atardecer.
-Tranquila -dijo mi amiga- Estoy bien.
Laila había sido mi mejor amiga desde el kinder, pero la leucemia la había acosado desde hacía poco.
-tienes mejor aspecto- susurré tratando de que mi voz no temblara, verla así hacía que me dieran ganas de llorar.
Laila me dirigió una sonrisa cansada - Sabes que nunca fuiste buena para mentir ¿verdad?
La miré en silencio. No soportaba quedarme así, sabiendo que no podía hacer nada. Los ojos se me llenaron de lágrimas.
-De todos modos-murmuró- morir será una bendición comparada con esto.
-Por favor-supliqué cerrando los ojos, temblando- no digas eso te vas a recuperar.
Ella no insistió, sabía que era demasiado doloroso para las dos tratar ese tema. Le di la espalda y continué caminando en círculos, tratando de pensar en otra cosa que no fuera mi mejor amiga . Sentía sus ojos clavados en mi espalda, pero aún así no voltee mientras fingía que examinaba el cielo. La luz se había ido con los ultimos rayos del sol.
-Creo que es hora de irte- dijo Laila- se está haciendo tarde.
Me giré hacia ella.Me sorprendí al ver en sus ojos una tristeza , como nunca la he visto en alguien. Asentí. Me despedí con la mano y me marché sin mirar atrás, cerrando la puerta fuertemente. Caminé sin rumbo fijo por las calles, tratando de recordar todos los momentos felices que había pasado junto a ella.Tratando de recordar cuantas veces había llorado en su hombro y cuantas veces ella en el mío. Siempre estaba para mí en las buenas y en las malas, y ahora ella iba a...
NO.No iba a dejar que esos pensamientos nublaran mi mente, traté de pensar en otra cosa, pero únicamente venía a mi esa mirada que me había dirgido en el hospital y me pregunté que significaría... Sacudí la cabeza y regresé a mi casa donde dormí profundamente, sin soñar.
A la mañana siguiente después de una agotadora mañana de trabajo corrí hacia el hospital donde mi amiga estaba internada. Uno de los doctores de mi amiga se acercó a mí, pero yo lo aparté de un empujón . Subí al cuarto piso, habitación 36 la puerta estaba ligeramente entreabierta.
-Laila- mi voz fue un susurro, sabía que la quimio la dejaba agotada y no quería despertarla. Mi amiga no contestó.
Fui directamente hacia la cama, había visto... Pero no podía ser cierto debia de ser un reflejo de la luz... Me acerqué cautelosamente tratando de ver mas de cerca...
Una sábana cubría la parte superior del cuerpo, la cabeza estaba cubierta por una sábana azul.
-¡NO!- mi grito se convirtió en un sollozo, me acerqué a la cama sintiendo las lágrimas resbalar por mis mejillas.
Quité la sabana que rodeaba su cuerpo y abracé el cuerpo inerte de mi amiga.
-No, no, no, no ¡¡¡NO!!!- Mi cuerpo empezó a temblar descontroladamente no podía ser cierto, no podía. Besé su frente sintiendo que mi alma se desgarraba al sostener su cuerpo sin vida entre mis brazos. -Por favor Laila despierta..
La zarandee porque era imposible que se hubiera ido, lo único que deseaba en ese momento era que volviera a respirar, aunque eso naturalmente era imposible.
-Te quiero Laila- la abracé con fuerza las lagrimas resbalaban por mis mejillas- por favor perdóname... Nunca te olvidaré...
Me separé de ella con los ojos rojos, aún en un estado de negación y vi que en la cara tenía una sonrisa. La misma sonrisa que la había acompañado siempre...
esta historia la escribí cuando iba en segundo de secundaria. Es una de mis vivencias mas desgarradoras y personales que he tenido hasta el momento. La persona a la que se la dedico sabe perfectamente quién es. Y también que tiene un lugar muy importante en mi corazón.
Te amo amigo , Nunca te olvidaré
Por favor comenten si les gustó y si no también, sirve que con eso mejoro mis siguientes escritos...