Octubre 2000

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Cuando uno es adolescente, no hay mejor momento en la vida que el viaje de egresados, lo soñás, lo planeas y esperás con ansias que llegue ese día.

Elegís la empresa, haces bailes, rifas y ferias de platos para juntar fondos, y todo esto, sumado a la emoción de terminar la secundaria, hace que sea tan especial.

Azul había estado meses hablando del viaje, no tenía otro tema de conversación. Estaba muy emocionada, parecía tan lejano y ahí estaban, listos para salir, ultimando detalles.

Se iba de viaje de egresados con sus compañeros con los que había compartido todo el secundario y con muchos también el primario. Entre ellos estaba Eve, su amiga del alma.

Se conocieron a comienzos del quinto grado, cuando Eve ingresó a la escuela, era la nueva compañera. Había llegado a la ciudad por el trabajo de su papá, un prestigioso médico dedicado a la investigación. Se hicieron amigas de inmediato, y nunca más se separaron.

El viaje arrancó como debía ser: soñado, la estaban pasando de maravilla, recorriendo paisajes increíbles, divirtiéndose mucho, durmiendo poco.

Era la tercera noche en Bariloche y como les tocaba actividad libre, algunos decidieron ir al boliche una vez más. Unos pocos aprovecharon para dormir porque estaban agotados,  otros se quedaron jugando a las cartas o mirando una peli ya que al día siguiente el cronograma de actividades era de mucho desgaste físico. Arrancaban bien temprano con cabalgata y no volverían al hotel hasta entrada la noche.

Azul y Eve se fueron a caminar, la noche estaba hermosa y con tantas actividades no habían tenido mucho tiempo juntas. Caminaron poco más de una hora, poniéndose al día de los chismes y riéndose mucho. Aunque pasaban muchas horas juntas les sobraban temas para hablar y siempre les parecía poco el tiempo que compartían.

Ahí estaban, sentadas en una plaza cercana al hotel, tomando unos mates calentitos, no podía faltarles el mate cuando estaban juntas. En un momento, Azul le agarra las manos a Eve para decirle que estaba muy feliz de tenerla como amiga y de estar compartiendo el viaje juntas.

No era la primera vez que Azul la tomaba de las manos, pero Eve, se sentía incómoda, se le hacía cada vez más difícil disimular lo que le pasaba. Ya no podía ocultar lo que sentía por Azul, la amaba, estaba enamorada de ella desde el día en que la conoció, y aunque se había jurado no decirle nada, porque no quería perder su amistad, ya no aguantaba. En ese momento, entendió que no debía ocultarlo más, Azul tenía derecho a saber lo que le pasaba y en todo caso elegir querer seguir siendo su amiga, y ella tampoco se merecía cargar con el peso de un secreto que tanto daño le producía.

Como pudo comenzó a decirle lo que le estaba pasando. Pero justo en ese momento pasaron por ahí algunas de las compañeras que al ver la escena, pese a que no habían escuchado nada de la conversación, empezaron a hacer comentarios como "te dije que esta era, mirá como la agarra de la mano"

Azul las escuchó e inmediatamente le soltó las manos.  Le dió un ataque de ira y se la agarró con Eve, quien hasta ese momento había sido su amiga del alma y a quien ahora veía como su peor enemiga. Le dijo de todo, sin pensar, sin medir sus palabras, que se sentía defraudada, que la consideraba su mejor amiga y así le pagaba, que no quería volver a verla en su vida, le dijo cosas muy hirientes.

Eve, muy triste y desorientada, salió corriendo y llorando, pidiéndole disculpas, diciéndole que no iba a volver a molestarla. No entendía por qué tanto enojo, ella solamente quería decirle lo que le estaba pasando, no esperaba nada de su parte más que un poco de comprensión, nunca se imaginó que iba a reaccionar de esa manera.

Las compañeras, que vieron todo lo que había pasado, se acercaron hasta donde estaba Azul y la felicitaron, le decían que había estado muy bien, que alguien tenía que ponerla en su lugar y cosas por el estilo. En ese momento Azul era una coctelera de sentimientos encontrados, por un lado estaba muy triste y enojada con Eve, y por otro, sentía por una vez en su vida que era en centro de atención. No pudo dominar su ego que estaba más que agrandado con las cosas que le decían sus compañeras y se dejó convencer de que había estado bien su reacción, que lo mejor que podía hacer era irse al boliche con ellas y olvidar todo el asunto. Y así lo hizo.

Mientras una estaba en el boliche la otra, seguía llorando, devastada en la habitación, su tristeza tenía que ver más con el desprecio que con el rechazo. Azul no le había dado la posibilidad de explicarle, no quiso escucharla y sin siquiera pensar un segundo en ella, en lo que le estaba pasando, le había destrozado el corazón.

Eve llamó por teléfono a su mamá y le explicó que no se sentía bien, que necesitaba volver a casa lo antes posible. La mamá escuchó en la voz de su hija que realmente estaba mal, sin conocer la causa real de su malestar. Decidió hacer caso a la petición que le hizo, habló con el coordinador, le explicó la situación e hizo que la suban en el primer colectivo que saliera de vuelta a la ciudad esa misma noche.

Para cuando Azul volvió a la habitación, Eve ya estaba en viaje y al entrar encuentra solo sus cosas, se había quedado sola. Esa noche en el boliche había sido la peor noche de su vida. Por más que lo intentó, no pudo dejar de sentirse cada vez peor, triste y sola. Pero no podía o no quería asumir por qué se sentía de esa manera, y se justificaba a sí misma diciendo que Eve tenía que entenderla, que la situación la había desbordado.

Durante el mes y medio que quedaba de clases, no volvieron a cruzar palabra y pese a que Eve siempre había sido la más animada del grupo, la que siempre tenía una iniciativa nueva, la que siempre sacaba una sonrisa a todos, la defensora de los imposibles, se la veía siempre sola, triste y apagada, no hablaba con nadie, pero todos hablaban de ella a sus espaldas. Fueron días muy duros.

Para Azul las cosas no fueron tan sencillas, pese a que en la escuela la relación con sus compañeras había mejorado y era el centro de atención por lo que había hecho con Eve. En la soledad de su casa, no se sentía feliz con su reciente "popularidad". Por el contrario, se sentía más sola que nunca y pese a los sentimientos encontrados que tenía, su egoísmo y su terquedad no le dejaban ver más allá de ella misma y se repetía que esta situación no era su culpa, que ella había estado bien en cortar el tema de raíz, tal vez no del mejor modo, pero uno hace las cosas como puede.

Sin embargo en el fondo de su corazón la embargaba una tristeza enorme y no podía o no quería entender por qué se sentía de esa manera.


"Ámame a pesar de todo". Parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora