Una semana antes de Navidad, los padres de mi novio se fueron a Estados Unidos por una semana a comprar los regalos para la familia (porque al parecer aquí todo les parece muy caro).
Un día nos fuimos a un bar con amigos, la pasamos realmente bien. Bailamos y bebimos tanto que ambos estábamos agotados. Esa misma noche le dije a mi mamá que no dormiría en la casa.
Terminada la noche Christopher me llevó a su casa nos cambiamos de ropa y nos dormimos a la primera. Siempre que dormía con él, me ponía encima suyo y me abrazaba la espalda.
A la mañana siguiente sus besos húmedos en mi cuello me despertaron. Él estaba a un lado de la cama, ya se le veía despierto. Yo seguía boca abajo.Me dijo que me levantara, que me tenía una sorpresa. Me llevó hasta el baño con los ojos tapados. Cuando llegamos, al abrir los ojos vi el baño totalmente oscuro iluminado solo por velas al rededor de la bañera decorada con flores en el agua. Desprendía un olor a vainilla delicioso. Él sabía que eso me encantaba cuando estaba cansada. Me susurró al oído si me gustaba. Solo le pude dar un beso profundo dándole las gracias, él no paraba de reír.
El baño era grande y la bañera igual. Me ayudó a quitarme la ropa y cuando me vio en lencería su mirada se detuvo un rato en cada rincón de mi cuerpo, seguía con esa mirada segura y confiada suya. Pasó sus dedos por el encaje de mis bragas, a un costado de mi cadera. Me besó fuerte sin parar la caricias. Ambos con solo esa escena ya estábamos excitados.
Su mirada volvió a mis ojos y me dio un beso corto y salió del baño.
Terminé de desnudarme y entré en la bañera caliente, solté un gemido por lo excitada que estaba. El contacto del agua caliente con mi coño fue relajante. Cerré los ojos y me dejé llevar, apreté las piernas presionando mi vagina prolongando el placer. Christopher entró pero yo seguía en mi trance. Escuché un gruñido de su parte. Él entró despacio en la bañera se y quedó depié mientras podía sentir su mirada. Abrí los ojos y sentí como un fluido biscoso que sentía en las piernas aumentaba al ver su enorme polla erecta.
Acarició mi pelo y me arrecostó un poco más en la bañera todo con infinita delicadeza. No quitaba la mirada de mí. Apretaba mi vagina con fuerza al ver su trabajado cuerpo. Christopher puso sus rodillas al rededor de mis caderas y al mirarme su mirada estaba oscura, llena de excitación, con ganas de saborearme entera. Bajó la mirada a mi vagina y me separó la piernas bruscamente y el agua caliente llegó a mi coño. Los pequeños movimientos del agua chocaban contra mi hinchada clítoris. Me besó con fuerza como si me fuera a arrancar los labios. Su boca bajó por mi cuello hasta llegar a mis senos, los saboreó y los mordió. Yo no podía más, mi vagina palpitaba con fuerza esperando a que me penetrara. Sus dedos bajaron por mi piel hasta tomar su pene. Me miró, sonrió y acarició la entrada de mi débil coño con la punta.
Ambos gemimos fuerte. Dos segundos después me penetró muy fuerte y con rapidez. El agua de la bañera que envolvía nuestros sexos, se empezó a filtrar en mi vagina, sintiendo el agua llegar a acariciar mi clítoris.
Christopher tenía su cara entre mis senos envueltos en la espuma, sintiendo yo las vibraciones de sus gruñidos. Se movía dentro mío llenándome de placer. Cada movimiento era fuerte acercándome al orgasmo.
Dentro de mí podía sentir el líquido pre-seminal y como sus manos apretaban mis gluteos. Ese fue mi punto de quiebre. Llegué al clímax haciendo estremecer todo mi cuerpo, rasguñando su espalda y gritando su nombre con lujuria. Christopher me envistió una última vez mientras me corría, prolongando el placer. Hasta que sentí su semen caliente llenarme por dentro. Ambos gemíamos desesperados, queriendo más. Fue el orgasmo más delicioso y largo de la historia.
Nuestras respiraciones eran agitadas e irregulares. Salió de mí con una sonrisa. Me dio un beso profundo, me acarició la mejilla. Y me preguntó si me había hecho daño. Yo solo me reí. Nos quedamos más rato en la bañera acariciándonos y besándonos.
Esa fue mi primera vez.
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Historias sexuales
RandomCuéntanos tus aventuras sexuales, o ¡invéntatelas! La idea es que cada uno cuente lo que ha hecho o lo que hay en su mente libremente.