Capitulo Uno.
Todas las personas presentes gritaban como locos, sus cuerpos llenos de suciedad repugnaban. Odiaba sentir el olor a muerte en cada una de estas personas, en estos momentos entendía a mi madre cuando se quejaba por el trabajo que tenia. Siempre soñé con ayudar a las personas que realmente lo necesitan, en este caso estas personas necesitaban ayuda y una ducha, si una muy buena ducha.
-Tenemos todo preparado, ¿estas lista para conocer a tu paciente?—pregunto Jess mientras abría las rejas que nos separaban de los “pacientes”.
-estoy preparada, como jamás lo estuve antes—respondí con miedo, estaba aterrada, no sabia que me tocaría, en este momento pensaba lo peor.
-estas tan preparada que tiemblas como una cabra, tranquila ____ te hemos escogido uno bueno—dijo ella mientras presionaba mi mano dándome total seguridad.
Entramos a la sala de recuperación, se encontraban muchos hombres cubiertos de basura con sus caras destruidas y miradas perdidas, las drogas eran algo serio.
Al verme comenzaron a gritar como lunáticos, Jess me susurraba al oído que los ignore por completo, ellos estaba enfermos, solo era eso, no nos podrían hacer nada.
Pasamos al lado de un hombre que tarareaba una canción mientras se ponía a llorar, su rostro demostraba pena, Jess le comento algo a un asistente que le tendió una pastilla a aquel hombre, no mentiría si dijera que eso era extraño, tres años trabajando en este lugar y aun no me acostumbro.
Tengo pesadillas con todas estas personas, gente completamente destruida que no tiene donde ir o simplemente no tiene una razón para vivir, drogadictos alcohólicos que se convierten en criminales, presas vivas del mal.
-hemos llegado, espera aquí ya conocerás a tu nuevo paciente—sonrió Jess mientras serraba la habitación y se largaba, <<muchas gracias amiga>> estaba asustada, aterrada, molesta por ser dejada completamente sola en esta sala, no me sentía segura, tenia miedo de que algo me ocurriera.
-¿Señorita ____?—me pregunto un caballero ya de edad, -¿Si?—logre decir con un nudo en la garganta.
-Su paciente ha llegado—Sonrió el anciano mientras entraba con guardias que sostenían un joven de rulos, sus hoyuelos remarcaban una sonrisa temerosa, su ropa gastada y vieja le quedaba a la perfección, era extraño ver a gente como el seguido en estos lugares.
-Cierra la boca bonita, se que soy perfecto—dijo el chico de hoyuelos, mientras soltaba una risa irónica.
-créeme que si fueras perfecto no estarías en estos lugares, ¿o me equivoco Styles?—dije mientras una sonrisa se formaban en mi rostro, justo en el clavo.
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