JON.
Según me relataron los hechos; su apellido era Garzón Van Dan. Mostraba en sus ojos un cálido recuerdo que emanaba de su cuerpo y entre millones de estrellas resoplaba las historias que podría conformar un inmenso aguacero en Ibagué. Sabía y decía que la infalibilidad no era, en ningún caso, un don humano. Que eso se descartaba, pero que los hechos eran, en cierta medida, infalibles a los sentimientos y que yo era de esos pocos – decía mientras fruncía el ceño molesto- que no tenía la conexión con lo sensible. Y que si la tenía; era de esos que no ocurrían con frecuencia mínima. Postergó el silencio y mediante ese lapso de tiempo llegue a no sentirme, por primera vez, solo.
Concurrimos a sentirnos felices mientras contaba la historia de la Señor Garzón Van Dan. De pronto, al terminar la historia se dijo a sí misma ¿tengo más preguntas que respuestas? Pregunte con un pujido, ella me miro, se dibujó una sonrisa; de esas que surgen cuando un hombre desviste a una mujer. Únicamente. Prosiguió.
Así pasados los años, después de la muerte del hijo de la Señora Van Dan, ella pudo reponerse, era una mujer dedicada a la lectura y, de a poco, enloquecía, andaba en esa tristeza y locura que produce el conocimiento; ya sabes que el conocimiento es para la mente y la sabiduría – cosa que le faltaba a la Señor Garzón Van Dan- para el corazón.
Sí, para el corazón-
El joven murió en la cárcel. El Juicio verso sobre su conducta al hurtar un pequeño cofre lleno de chocolates de su amo y señor, el Coronel Jon, quien no dudo en segundos ponerlo a disposición del ejercito confederado del condado. Jon era un coronel muy temido en el condado, pero la veracidad y honestidad de un joven no ha de temerle a un hombre que infunde violencia. Ese miedo no tiene cuando se es joven y rebelde ¿Por qué se tienen, esas dos palabras que por si son bellas, en tan siniestro concepto cultural?
Porqué...-
Al enviarlo a la cárcel, Dany tuvo la oportunidad de defender su caso ante el Juez y, al menos, más de la mitad del pueblo. Recuerdo que Dany comenzó recitando esos libros que leía. "hurtar es un término inútil, inútil siempre y cuando la intención no es esa. No se puede juzgar a ningún hombre libre cuando sus intenciones son de sobrevivencia y el antojo es inevitable. Se sabe que la infalibilidad del hombre es un don que no posee, aquí, ninguno. No me exculpo, pero guardo la vida que es mía y la libertad que, más que mía, es de quienes la aprehenden entre las manos y la utilizan vagamente. No me exculpo por no allegar este cuerpo y esta vida – la llamaba así con esperanza- al agujero que llaman cárcel, sino me exculpo porque sé que quien aprehende, en un futuro no muy lejano, esta, mi libertad seré yo. Para ese momento seré libre y esta, mi vida, por primera vez, será mía; y de cierto les digo, Señor Juez, que estos, los chocolates hurtados fueron y serán míos" metió en su boca el ultimo bom bom y fue arrestado.
Libertad-
Un abogado extranjero, que habito allí mucho tiempo, apelo la Sentencia ante los altos tribunales del Tolima, quienes absolvieron su reclusión en la prisión y tomaron la decisión de llevarlo por 20 años más como esclavo. Pero la burocracia del condado dilato el proceso dos meses. Entre tanto Jon leía; dos días después mientras corrían sus ojos sobre las letras de su libro dos hombres llegaron a su puerta de celda; pegaron una sonrisa; Jon cerró su libro y corría miedo por su cuerpo. Que será la vida, esa, la mía que corría en un ensueño lejos. Cerró los ojos e intento llorar. Lo violaron. Jon propuso la queja ante el director de la cárcel. Jon Murió. Jon sintió miedo. Jon fue valiente.
Libertad-
FIN.