Algo se avecinaba hacia mi arropandome, llenandome de oscuridad cada momento desde que te fuiste, veía mi reloj sólo había pasado una hora, pero era una hora exacta el trayecto de aquí al otro lado, no había señales de tu llegada, miraba insistentemente mi celular te dejaba mensajes, te llamaba y nadie estaba para contestar, me vi perdido en un abismo oscuro y árido, donde hasta los cactus estaban secos y la tierra era amarilla tan seca como el Sáhara, una meseta donde sólo estaba yo como mis turbios pensamientos de que ya no estarías hay, que todo se había derrumbado, sentía un frío gélido recorriendo mi nuca y poniéndome la piel de gallina, esperando sólo la llamada de que había pasado lo peor, que te habrían hallado en distintas partes y que yo era el primer sospechoso de lo que te había ocurrido, me veía culpable de la desgracia, confesando lo que no había hecho, sólo para morir y reencontrarme contigo en el fondo de la tierra, miraba mi reloj y ya habían pasado dos horas, de aquella condena a muerta a la que estaba sometido , en aquella meseta sólo esperando a mi verdugo, que me desmembrara como lo habían hecho contigo y que me pusieran en cada sitio donde te habían puesto a ti, salí a buscarte y no te encontre, salí sin reloj y sentí que pasaban las horas más rápido intentando encontrarte, pero era inútil ya no estabas, regrese a mi morada y te vi, no a ti si no a mí celular, todo se esfumó volvió la claridad y ya no había meseta árida y oscura, sólo era yo encerrado en mi cabeza y tu mensaje de ya llegué.