D'laCroix

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El agudo dolor de cabeza que sentía, era equivalente al intenso viaje narcótico que estaba experimentando; encerrada en una jaula de cristal polarizado, contemplaba hacia el horizonte los altos edificios que se alzaban y llenaban la ciudad, los cuales filtraban forzadamente los primeros rayos del sol.

Aquella mañana, como la mayoría en Haze City, la delgada y espesa lluvia disipaba lentamente la neblina que cubría las calles con un espectral manto ya conocido por sus habitantes. Las calles, ornamentadas por la mezcla del gótico antiguo y el moderno contemporáneo, hacían de esta ciudad una hermosa e interesante combinación entre lo lúgubre, lo tecnológico y lo vanguardista. Las antiguas casas protegidas por gárgolas daban historia y misterio. Mientras que las calles, cubiertas por el asfalto moderno le conferían actualidad pero el estilo victoriano relucía explícitamente en sus altos postes de luz.

En el centro de esta ajetreada ciudad, se encontraba un antiguo edificio construido a mediados del siglo IV por uno de esos arquitectos que pasan a la historia desapercibidos. Su estructura catedrática, era resaltada por sus hermosos vitrales los cuales contaban diversas y enigmáticas historias para aquellos que prestaran atención a las combinaciones iridiscentes que cambiaban con la luz del sol; y dentro de estos muros y ventanales se albergaban los mejores libros que se habían publicado a lo largo de los años.

El edificio resguardaba una de las editoriales más importantes. La editorial D'laCroix, la cual se encargaba de publicar, solo las obras más importantes del mundo literario. Su aspecto artístico como el de los grandes museos invitaba a adentrarse hasta sus recónditas plazas; sus grandes arcos marmoleados resaltaban la belleza de sus bodegas ilustradas con obras de arte renacentistas y modernas que contaban paso a paso la historia de la editorial. A pesar de que ahora, estaba completamente reverdecida con elevadores y corrientes de electricidad que alimentaban a las computadoras y a los magnos candelabros, su belleza histórica no quedaba opacada.

Y en la cima, en la oficina más alta de la editorial, se encontraba la nueva directora de la empresa, Lorelei D'laCroix. Quien apenas había "heredado" la empresa hacia un par de años. Gracias al desafío que había lanzado hacia su padre y su arrogante junta directiva.

Necesitamos una nueva visión, ¡es lo que se vende ahora Señores! –Había espetado hacia sus detractores, dando como resultado la contratación de una nueva generación de jovenes escritores, quienes al poco tiempo recibieron despectivamente el mote de "El Kínder Garden" de la directora. Ellos conformaban el departamento de novelas juveniles.

El peso de las responsabilidades que se cernía suavemente sobre ella la había llevado a tomar ciertas acciones que le avergonzaban. Como la mayoría de los días, se incorporó; viendo enajenada y fijamente la hora marcada en su reloj, la cual de golpe la regresaba a su realidad. Una triste realidad fatigante; una realidad inverosímil para cualquiera, que la obligo a llevar una editorial de alto prestigio. Recordaba melancólicamente lo sucedido 10 años atrás; aquel accidente que le había arrebatado la vida a su madre. Un peso que perjudicaba sus noches de sueño.

Se autoimpuso las cadenas invisibles que traía su apellido. ¿Capricho o venganza? Cualquiera que fuese la razón, se sometió al martirio de la primera impresión. La cual siempre procuraba fuera intimidante e incómoda para todo aquel que se presentara ante ella. Los rumores juzgaban su incomprensible actitud, ya que la vida de los jovenes magnates siempre es plena. Nacidos ajenos a la pobreza, y disfrutando de los placeres que ofrece la vida; pero para ella había algo y alguien que intentaban arrebatarle aquello por lo que había decidido vivir y no se dejaría desplazar por la otra familia de su padre, de la cual descubrió su existencia en el momento más doloroso de su vida.

Aquella mujer se había presentado en el funeral de su madre, con sus dos hijos en mano, dio sus condolencias a Lorelei y a su pequeño hermano. Condolencias que calificó de hipócritas en ese mismo instante, y que poco después, reputo de crueles. Ya que el tormento vivido en esos años, era aún peor que la muerte de un ser tan amado. Su madrastra era la peor persona que Lorelei había conocido. A base de maltratos físicos y psicológicos, la sometía tanto a ella como a su hermano a humillaciones que eran secundadas por sus dos hijos.

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⏰ Última actualización: Sep 12, 2016 ⏰

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TINTA ESCARLATA (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora