De nuevo, a sus 29 años de edad, ganó, por séptima vez consecutiva, el Campeonato Mundial de Patinaje. Todos se encontraban emocionados en aquella gran pista de patinaje. Gritos, flashasos, ramos al aire; nada se dejó esperar ante ese tan espectacular final, aunque ya, predecido. Sobre la pista, estaban los dueños de los tres puestos ganadores, siendo fotografiado el orgullo que poseían al tener sus medallas a la mano.
Victor miró a su lado derecho, donde se encontraba ese azabache con casi las lágrimas corriendo por su rostro. Se le notaba el cansancio por las pequeñas gotas de sudor en su frente. Se miraron con una gran sonrisa y, sin perder más tiempo, se dieron un abrazo, felicitándose mutuamente. Sin duda alguna, ese Yuri que había conocido hace ya dos años, se había convertido en un gran ganador, aunque aún no le alcanzaba completamente.
A su otro lado izquierdo, estaba Yurio, ya con sus 17 años de edad. Con el mismo cansancio en su rostro. Sonrió cuando el rubio le miró con el ceño fruncido y ambos brazos cruzados. Tampoco tardó en obligarle a unirse al abrazo con el japonés ni él en quejarse y moverse como un loco. Los flash's de nuevo se estamparon en sus cuerpos y los gritos del público se elevaron. Victor, alejó una de sus manos con lentitud del abrazo, y la elevó al cielo, donde tomaba su rosa y medalla juntas. Sonrió cerrando ambos ojos.
—Por ti, mi amada _____ —dijo mentalmente, antes de besar su medalla con delicadeza—. Y aunque no estemos juntos ahora, siempre estaré allí para ti. Observándote, sonriéndote, amándote. Cuidando cada movimiento que hagas, porque, he de recordar, que estoy ɗɛtʀáร ɗɛ tuร piรɑɗɑร —y, con sus palabras marcadas en su memoria, sonrió para sí mismo con ampliedad, locura, casi se podría decir, psicópatamente. ¿Dónde había quedado el Victor de hace dos años? Solo su apariencia se había quedado pero, psicológicamente, todo estaba perdido.
Murió el Victor Nikiforov que todos conocían. Y todo, desde ese día que conoció a esa chica.
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Detrás De Tus Pisadas [Yandere! VictorxLectora]
Random«-Preciosa, sé que estas ahí -sonrío dulcemente, mientras volvía a tocar sus nudillos contra la puerta-. Tendré que quemar esta puerta también, nos esta separando como el chico de hace una semana. Esta más cómodo muerto. Amor, por favor, abre la est...