Me llamo Esther y tengo 28 años. Soy pequeñita, mido 1,51 m, pero tengo unas tetas bastante majas, caderas pronunciadas, y en conjunto soy bastante voluptuosa y muy atractiva. A mi marido le encanto, sobre todo cuando me pongo en plan zorrón. A él le gustan las cosas nuevas y excitantes. Le vuelve loco cuando me exhibo ante él, y me masturbo delante de él con mis dedos, o con el consolador que me regaló. Como ves, mi vida sexual es bastante satisfactoria, y él sabe hacerme disfrutar, haciéndome lo que más me gusta.
El otro día, mi marido me dijo que iba a tener una sorpresa y yo esperaba un regalo, una salida al cine, o algo así. Sin embargo, me esperaba una sorpresa de verdad.
Ese día llevábamos toda la mañana hablando de nuestras fantasías sexuales, y de vez en cuando nos rozábamos o nos besábamos. Durante algunos ratos de máxima excitación, yo notaba mi conejito mojado y me insinuaba a él con poco éxito, de manera que al final tenía que ir a secarme al cuarto de baño, cuando en realidad, a mí lo que me hubiese gustado es que me echara un buen polvo, o me hiciera alguna de las cosas que a mí me gustan (a ser posible con la lengua).
Estábamos los dos en casa, cuando llamaron a la puerta. Fue a abrir él (cosa rara, porque normalmente soy yo la que suele hacerlo) y cuando contestó al telefonillo y abrió la puerta del jardín y de la casa, me dijo que había llegado mi sorpresa.
Me extrañó ver llegar a tres chicas que yo no conocía de nada, pero que la verdad, estaban buenísimas. Incluso me puse celosa al principio, porque a mi marido se le salían los ojos mirándolas.
La primera tenía entre 27 y 30 años, era morena, con el pelo largo y rizado, alta (aunque para mí casi todo el mundo es alto) con 1,70 m aproximadamente y con ojos verdes. Llevaba minifalda negra, sin medias, y zapatos de tacón negros, con una blusa blanca ceñida. Sus piernas eran largas y perfectas, con unos muslos duros. Su cintura era estrecha, y sus tetas eran no demasiado grandes, pero muy bien puestas, con los pezones de punta, que se le veían perfectamente a través de la blusa (no llevaba sujetador).
La segunda era un poco más joven (unos 25) rubia, con el pelo corto y liso, ojos marrones, de estatura aproximadamente como yo. Esta tenía una complexión parecida a la mía, con unas tetas muy bien proporcionadas, llamativas y redondas. Tampoco llevaba sujetador, y vestía una blusa amarilla ceñida y unos vaqueros amplios, con rotos y desgastados. A pesar de no ser muy alta, no llevaba tacones. Tenía una bonita figura.
La tercera era también rubia, con pelo largo y con estatura intermedia (1,60 m) y cerca de los 30 años de edad. Esta iba vestida más provocativa, también con minifalda, sus tetas pequeñas y erguidas se veían a través de su blusa, que llevaba desabotonada hasta el canalillo. Bajo la cortísima minifalda se veía un trozo de sus muslos desnudos y después unas medias negras de las que llevan liga autoportante, sin liguero. Su figura era muy armoniosa, aunque algo más discreta que las de las otras dos chicas, por tener sus formas menos redondeadas.
Mi marido las invitó a entrar en casa y me las presentó sin decirme sus nombres:
- Estas son unas chicas con las que he hablado por internet, y a las que les he enviado unas fotos tuyas. Están deseando conocerte.
Yo enseguida me imaginé de qué se trataba, aunque así en frío y sin esperármelo, no estaba muy convencida de lo que pasaría.
Cuando entraron me fueron besando una por una, y mientras lo hacían no tuvieron ningún recato en abrazarme pegando sus tetas contra las mías, de manera que notaba sus pezones (hacía frío fuera y no llevaban apenas ropa, con lo que al final todas los llevaban de punta) incluso la más pequeñita me tocó el culo con una mano. Estos primeros roces y mi imaginación, que ya había empezado a volar, hicieron que yo también me excitara un poco, y que mis pezones empezaran a demostrarlo. Olían a perfumes de los que se utilizan en geles de baño y champú, lo que ponía en evidencia que se acababan de dar una ducha.
Yo estaba con mi albornoz puesto, porque había salido de la ducha poco antes y me acababa de secar el pelo. Les dije que me iba a vestir, pero me dijo Luis (mi marido) que no hacía falta, y que así estaba preciosa. Nos sentamos los cinco en los sofás del salón, y mi marido me dijo:
- Como ya te dije, esta es una sorpresa para ti. Estas chicas han venido a pasar un rato contigo y a hacerte disfrutar. Yo os dejo y me voy a comprar tabaco.
Las dos rubias se sentaron una a cada lado mío, y la morena enfrente. La chica rubia alta me dijo, para romper el hielo:
- Así que tú eres Esther. Nos han dicho que te gusta mucho el sexo, y que tienes fantasías como la de ahora.
- Si –contesté-, lo que ocurre es que esto para mí es una sorpresa total.
La morena me dijo:
- No te preocupes, nosotras te vamos a hacer disfrutar de lo lindo. Esto lo hacemos de vez en cuando y nos pone muy cachondas meter a una desconocida en nuestros juegos.
La rubia pequeñita empezó a besarme por el cuello, mientras la otra empezaba a tocarme las tetas suavemente por un lado. A partir de ese momento, en el que yo empezaba a estar muy caliente, decidí dejarme llevar sin pensar nada más ....
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EL ME COMPARTIÓ CON LAS TRES
Random"Mi marido me preparó una orgía lésbica con tres chicas para cumplir mi mayor fantasía sexual".