Stop the World 'cause I Wanna Get Off With You

John cerró la puerta de su departamento apoyándose en ella con un pesado suspiro.

Había sido un largo día. Los jueves eran siempre los peores, con John trabajando desde las diez de la mañana hasta las siete de la noche. John amaba la teoría molecular de las células, pero tener que enseñarla por casi nueve horas seguidas era algo que definitivamente no le gustaba hacer. Sin mencionar el hecho de que todavía tenía que terminar de clasificar doscientos ochenta y nueve papeles antes de que la semana terminara. John podía literalmente sentir su cerebro derretirse tan solo de pensar acerca de lo que tenía que hacer, aunque sabía que era científicamente imposible.

Quitándose de la puerta, John se movió lentamente hasta la cocina. Su estómago había estado gruñendo desde el medio día – cualquiera que había hecho el maldito horario había olvidado el hecho de que John, como cualquier otro humano, tenía que comer – y todo lo que quería ahora era calentar algo en el microondas, comérselo, tomar una buena ducha caliente e irse a la cama. Podría dormir toda la mañana. Solamente tenía una clase en la tarde.

Abriendo su refrigerador, John encontró hasta arriba la pizza congelada de la cena de la noche anterior. Quitando la envoltura del plato, metió la pizza en el microondas y puso el tiempo a dos minutos. Mientras esperaba, decidió preparar una taza de té.

Justamente mientras estaba a punto de tomar un sorbo de su bebida inglesa – eso siempre tenía un efecto tranquilizante en él después de un largo día – escuchó un, "Llegas tarde John," venir de detrás de él.

Atragantándose, John tiró su taza y se giró alrededor, instintivamente activándose en su modo militar, y se encontró cara a cara con su estudiante/novio vistiendo nada más que una sábana envuelta flojamente alrededor de su cadera.

"Dios, Sherlock, ¡Te dije que dejaras de hacer eso!" John susurró – gritó, medio queriendo que entendiera el punto pero medio consciente de las delgadas paredes del edificio de departamentos. Claro que vivía bastante lejos de la universidad, asegurándose de que otros maestro no vivieran por ahí, pero aun así no quería tener quejas por los sonidos fuertes.

"Llegas tarde," dijo Sherlock otra vez con un puchero, ignorando la reprimenda de John completamente. "He estado esperando desde las cinco, y son exactamente las ocho. Me hiciste esperar por tres horas."

"Sherlock, tu última clase termina a las seis treinta," exhibió John con otro pesado suspiro, moviendo su mano por su cabello antes de agacharse para recoger las partes rotas. "También recuerdo claramente decirte que dejaras de saltarte clases."

"Ya he leído todo sobre el tema," Sherlock se quejó y se escabulló más cerca de John, quien para este momento ya había tirado las piezas restantes de su taza favorita a la basura. "Además, es demasiado aburrido. Prefiero mucho más estar aquí contigo."

"Sabes que trabajo hasta las siete los jueves," la voz de John se suavizó, y envolvió sus brazos alrededor de la cintura de su amante. Seguía enojado por lo de la taza rota – era su favorita, después de todo – pero nunca podría resistirse a Sherlock por mucho tiempo. Atrayendo el cuerpo de Sherlock más cerca del suyo, John esta tan solo un poco sorprendido de sentir la erección de Sherlock contra su muslo.

"Estás duro."

"Obviamente." Sherlock rodó sus ojos, y como represalia John se empujó fuerte contra Sherlock, ganando un pequeño gemido por parte del chico de cabello oscuro de diecinueve años. "De verdad deberías dejar de exponer lo que es – oh – indudablemente evidente."

"¿Cuánto tiempo?" preguntó John dejando una serie de besos a lo largo del pálido cuello de Sherlock.

"Uh, ¿Qué?" Sherlock preguntó de vuelta, su voz sonando afectada, y John sabe que esta exitosamente distrayendo al normalmente sereno joven.