Capitulo 1.

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Un matrimonio joven. Ellos conducían ansiosos por llegar a su casa, y ver a sus pequeñas hijas que tanto bien les hacían. Pero las ansias no son buenas. Un cruce y un segundo coche. Risas de felicidad que se desvanecen con el ruido de un choque lateral, tan fuerte, que hace rodar el coche. Sangre, sirenas, mas coches y una llamada de teléfono que deja huérfanas a una niña de 14 años y a su hermana de tan solo 11 meses.

La misma pesadilla, todas las noches cruza mi cabeza como el coche que se llevó por delante a mis padres hace dos años. Y todas las mañanas despierto en la misma habitación gris y fría, rodeada de chicas que por desgracia han sufrido historias semejantes a la mía.

  -¡Arriba! ¡Levantaos!

Madre Dorotea entra en la enorme sala dividida en cuatro partes por separadores de madera y cristal antiguos con la cacerola y el cucharón como de costumbre, y perezosamente todas van levantándose de la cama.

  -Sky, ¿Tienes hoy examen de física?

  -A la misma hora que tu.

  -Genial, nos da tiempo ha repasar.

Beverly, o Biby como yo la llamo, es mi mejor amiga. Ella es lista, soñadora, amable, cariñosa , risueña y siempre va con una sonrisa en la cara, todo lo contrario a mi. Fría, calculadora y negativa es como me califican aquí. La única vez que vais a verme sonreír es cuando mi hermanita recorre el pasillo en mi busca canturreando alguna melodía que ella misma crea en ese mismo momento. Sunny es lo único que queda de mi pasado y lo único que me hace feliz dentro del orfanato.

  -Vamos Sky, no pienso dejar que Alice me quite la ducha buena otra vez.

En este horroroso sitio, cuando eres de las mayores tienes ciertos privilegios. Dos duchas diarias, tiempos de descanso mas largos o la posibilidad de salir del recinto unas cuantas horas los fines de semana son algunos ejemplos.

Cojo la bolsa de la ducha y arrastrando mis pies por la moqueta oscura, salgo de la habitación detrás de Biby. El frío del suelo del pasillo no consigue despertarme por lo que tenia que darme un calambrazo con el pomo de la puerta del baño. 

"Estúpida moqueta. Estúpida manía de arrastrar los pies. Estúpida Sky."

Maldigo en voz baja. Negándome a tocar otra vez el pomo, Biby abre la puerta para las dos. Deslizo la ropa fuera de mi cuerpo y me envuelvo en una toalla, meto el pijama en una de las taquillas y entro a una de las cabinas de ducha. Con agua fría me enjuago y aclaro escuchando como Biby canturrea. No entiendo como puede estar así de feliz, teniendo en cuenta la razón por la que esta aquí. Su madre la tuvo a los 16 años, al no saber nada del padre y ser demasiado joven, decidió dejarla aquí. Yo, al menos tuve una infancia junto a mis padres, en cambio ella fue abandonada, no conoce a sus padres por que sus padres no quisieron conocerla cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo. Y aún así, es feliz.

Envuelta de nuevo en una toalla, vuelvo a la habitación para vestirme. No hay mucho que elegir, la falda gris de siempre, la camisa blanca de siempre, los mismos leotardos verdes, los mismos zapatos negros y el mismo jersey debajo de la misma sudadera verde. Recojo mi largo pelo en una trenza y espero a que Biby se haga la coleta.

  -Tengo hambre. Vamos a desayunar ya...

  -Voy, Sky no me presiones.

  -Es que tardas mucho en hacerte una puñetera coleta.

  -Presión, solo noto presión y así no hay quien se concentre.

Rápidamente me echo sobre ella empujándola contra la pared sin dejar de hacer presión mientras trata de darle una ultima vuelta a la coleta.

  -¿Tienes ya suficiente presión o quieres que te use de colchón esta noche?

  -No, no con esto me basta.

Riendo salimos del baño esquivando niñas pequeñas que se juntan con sus amiguitos. El orfanato esta dividido en tres plantas, la primera donde están el comedor, la cocina, la biblioteca, las clases y la sala de estar. En la segunda están las habitaciones y los baños de chicos y en la tercera las chicas. Estar en la tercera planta y dormir al lado de la ventana tiene sus privilegios, desde mi cama veo todo el pueblo por el enorme ventanal que cubre de la mitad para arriba de la pared.

  -¡Sky! ¡Sky!

  -¡Sunny! ¿Que tal ha dormido mi preciosa hermanita?

  -Bien.

  -¿Si?

La pequeña de rizos dorados asiente con la cabeza. Que mi hermana y yo tengamos los nombres que tenemos, tiene una razón. Mi padre era un pequeño astrónomo del pueblo y le apasionaban el cielo y las estrellas. Mi madre disfrutaba viendo a su marido hacer su trabajo con el telescopio. Cuando yo nací, mi madre quiso rendirle homenaje a el precioso trabajo que tanto disfrutaban los dos y al ser mis ojos del color del cielo, decidieron llamarme Sky. Cuando nació mi hermana y mis padres me dieron la oportunidad de ponerle el nombre, lo primero que miré fueron sus ojos. Son del mismo azul que los mios, pero se diferencian en la estrella de color amarillento que tienen en el centro. Da la impresión de tener un sol en el centro del ojo, dejando ver el azul del fondo en las esquinas puntiagudas de los rayos. En cuanto la ví, solté un sonoro "Sunny"

  -¿Que vas a desayunar hoy?

  -No se.

  -¿Te vas a poner en la mesa de los mayores conmigo o con tus amigas?

  -¡Contigo!

  -¡Bien!

Esperando a entrar en el comedor, noto la manita de Sunny agarrar la mía. Y bajo la mirada encontrándome con los ojitos que tan feliz me hacen aquí dentro. Una sonrisita exagerada y desvia la mirada hacia sus amiguitas.

"Como me gustaría que vieras el mundo como tuve la oportunidad de verlo yo durante 14 años. Si pudiera, te sacaría de este edificio gris que no deja que los rayos de sol toquen nuestra piel. Te llevaría a París, a Londres, a Italia o a Australia, iríamos juntas a ver el mundo como lo ven las personas que no están aquí encerradas. Te prometo que cuando cumpla los 18 te llevare a donde tu quieras." 

Pienso mientras contemplo una vez mas las paredes grises que nos rodean, los uniformes oscuros y los pasados tristes de todos y cada uno de nosotros.

Repelente. (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora