Único.

658 124 10
                                    

Minho y Taemin han sido amigos toda la vida. Siempre, siempre han estado juntos y no se separan en absoluto el uno del otro; saben sus defectos, sus fuertes, sus miedos, sus gustos. Lo saben todo del otro y tal vez haya sido el poder de tener la total confianza de Taemin, el poder de saber que si hacia algo mal él seguiría ahí para estar con él, su adorable rostro, sus tiernas expresiones, su extraña y bipolar personalidad, la que hizo que Minho de poco a poco cayera enamorado de Taemin.

Al principio intentó negárselo, él no era gay, además Taemin era su mejor amigo, por el amor de Dios, era retorcido de mas de una manera. Pero después de acostarse con infinidad de mujeres, con las que terminaba gimiendo el nombre de su mejor amigo, se dio cuenta de que ya no había vuelta atrás. Estaba total e irreparablemente enamorado de Lee Taemin.

Así que, ahí se encontraban, en un auto de camino a unas montañas para pasar tiempo juntos, ya que la Universidad los había consumido y casi no se veían.

—¿Qué has hecho en estos días?—preguntó Minho, mientras conducía. Taemin no se sentía muy bien, el camino lo tenía mareado así que estaba recostado boca abajo en los asientos de atrás, para poder sentirse mejor.

—No mucho—contestó el menor, su voz amortiguada por los cojines en los que su rostro estaba apoyado.

—¿Te sientes mejor?

—Un poco.

—Estoy siendo muy hablador, ¿verdad?

—Seh.

Ambos rieron y el camino lo continuaron en un pacífico silencio, que era roto por el sonido de la naturaleza mientras más se hundían en las profundidades de la misma nada.

—¡Taemin sube las ventanas ahora!

El menor se sobresaltó por el grito de Minho, principalmente porque ya se estaba quedando dormido, pero igual obedeció.

Al levantar la cabeza, deseó no haberlo hecho. Un montón de bichitos volaban por ahí cerca de la flora, asustándolo.

—¡Minho, Minho! ¡Acelera Minho! ¡Aléjate de los bichos, por favor!—lloriqueaba Taemin, zarandeando el hombro de Minho, con la esperanza de que los sacara de ahí.

El más alto tampoco era tan desalmado, si continuaba conduciendo, mas de un bichito saldría gravemente herido o incluso moriría.

Una brillante idea pasó por su mente, tal vez podría sacar un poco de provecho de la situación. Una diminuta sonrisa se planteó en su rostro, hora de actuar.

Apagó el auto, asustando a Taemin, quien de golpe empezó a lloriquear mas alto y a intentar alcanzar el volante del auto.

—Sht, ya Taemin ya.

Susurraba dulcemente mientras se pasaba al asiento trasero y atrapaba al menor entre sus brazos

—¡No Minho, no hagas esto! ¡Minho enciende el auto!—sollozaba entre sus brazos.

Separó a Taemin de su pecho y lo miró profundamente a los ojos.

—No voy a continuar conduciendo, Tae. Los bichitos no han hecho mas que existir, ¿hay razón para matarlos? ¡No, no la hay! Y tu no eres ningún asesino, ¿verdad?

Taemin negó con la cabeza, un poco más calmado.

—Pero entonces... ¿Qué vamos a hacer?

—Nos vamos a quedar aquí hasta el amanecer, que es cuando se irán—le respondió, acariciando sus cabellos suavemente.

—Pero me dan mucho miedo...–susurró asustado.

–Son inofensivos bichitos, bebé. No te harán nada, siempre y cuando los ignores, ¿si?—El menor asintió—. Pero, para que te sientas mejor, tengo una idea... Mírame, y dime o hazme lo que quieras, no hay compromisos y todo seguirá igual al momento en el que bajemos de esta camioneta, ¿te parece?

Taemin asintió, un poco mas emocionado ahora.

—Bien, entonces... ¿Sin compromisos ni incomodidades al final?

—Correcto.

El menor soltó una risita algo tonta y entonces lo miró directo a los ojos.

—Siempre he estado enamorado de ti —susurró Taemin antes de saltar a sus labios.

Oh. Por. Dios.

Durante un momento, Minho se vio incapaz de devolverle el beso a los suaves belfos que se movían violentamente contra sus labios. La sorpresa lo tenía con los ojos inmensamente abiertos, pudiendo observar perfectamente el ceño fruncido por el rechazo que estaba sufriendo.

Al fin salió de su trance, correspondiendo el movimiento de labios y sintiéndose dichoso por la manera en la que Taemin lo apretaba entre sus brazos.

Se acomodaron mejor en el asiento del auto, un poco incómodos pero no los detuvo al momento de comenzar a quitarse la ropa.

El amanecer llegó mas rápido de lo esperado y con su llegada, el montón de bichitos se fueron. Pero ellos estaban dormidos y no se dieron cuenta de ello.

******

Taemin despertó recostado en el asiento trasero, desnudo, solo y cubierto con una manta.

Miró a su alrededor. Minho no estaba por ningún lado y no había bichos por ahí tampoco.

Se incorporó en el asiento, intentando ignorar el dolor en su espalda baja y se dio cuenta de que el auto estaba aparcado en un lugar distinto, frente a una linda casona.

¿Ya habían llegado? Eso fue mas rápido de lo que creyó.

Por el vidrio del parabrisas, vio a Minho salir de la casa y dirigirse hacia el auto. Rápidamente, se volvió a acostar y se hizo el dormido.

—¿Tae?—Su corazón se saltó un latido ante la idea de que Minho se hubiera dado cuenta de que estaba despierto—. Oh, sigue dormido, que ternura.

¡Bien! Falsa alarma.

Escuchó el claro sonido de que se abría el maletero del auto y algunas cosas ser haladas fuera de él. Después, algunos pasos en dirección a la casa.

Abrió un ojo y después el otro, asegurándose de que no hubiera moros en la costa y rápidamente se volvió a sentar.

Una vez incorporado en el asiento, se miró en el espejo retrovisor y se acomodó el cabello lo mejor que pudo, peinándoselo decentemente para que no luciera como si se acabara de despertar. Se estiró hacia la guantera y de allí saco un humectante labial, que dejaba sus belfos suaves, brillantes y con sabor a cacao. Hermoso.

Minho se volvió a aparecer por la puerta de la casa y el se recostó sensualmente en el asiento, intentando dejar ver un aire despreocupado.

—¡Oh! ¡Taeminnie, ya estás despierto! —Llegó él, dándole un beso en los labios—. Oh, cacao, mi favorito.

¡¿Qué?! ¡No! ¡Se suponía que Minho era el seducido, no él!

—¿Por qué tan sonrojadito, bebé?—preguntó picaramente.

—¡Dijiste que lo que hicieramos anoche lo olvidarías!—acusó de la nada—. Que no había compromisos.

—Lo sé, lo sé—Se acercó a él y dejó a sus manos descansar en los hombros desnudos de Taemin—. Pero eso fue antes de que me dijeras que me amabas, estando rodeado de bichos.

Taemin se quedó mudo, ¿eso en serio estaba sucediendo?

—¿D-de qué estás hablando? Y-yo no he dicho que te amaba, la carretera te tiene mareado, eso es todo. Si—dijo en un intento de confundir a Minho.

—¿Y que pasa si te digo qu yo también estoy enamorado de ti? ¿Cambia las cosas?—Maldita rana asusta.

No pudo evitar un sonrojo en sus mejillas.

Decidió que era mejor mandar todo al mismísimo demonio y ser feliz de una buena vez por todas.

—Las cambia mucho—susurró avergonzado, lanzándose a los brazos de Minho para intentar ocultar el sonrojo qu era obvio que el más alto ya había visto.

Minho soltó un carcajada mientras sus brazos lo rodeaban con fuerza y besaba su cabello dulcemente.

Durante una semana se quedaron en esa casita que era más hermosa por dentro, y durante toda esa semana, recuperaron los años perdidos por su cobardía de no poder decirle al otro sus sentimientos.

Bichos en la carretera (2Min)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora