Querida Dani :
Creo que durante estos últimos nueve meses he pasado los mejores momentos de mi vida. Gracias a ti. Cuando mi hermana me arrastró a aquella cita a ciegas, hace ya casi un año, tuvo que valerse de amenazas para convencerme de ir. No quería, no quería arriesgarme a tener que aguantar a una chica extraña a la que no conocía de nada durante toda una noche y verme obligado a poner buena cara. Pero entonces llegamos al centro comercial y te vi.
Una noche en tu compañía y ya no era capaz de sacarte de mi cabeza. Durante los dos meses que estuve en casa de mis abuelos ayudándoles con el restaurante no hice otra cosa más que pensar en ti, deseando volver a casa para tener la oportunidad de llamarte, de quedar contigo, de verte.
Cuando regresé a finales de verano apenas había entrado por la puerta de mi casa cuando ya le estaba pidiendo tu número de teléfono a mi hermana. Te llamé y aceptaste quedar conmigo; me sentí tan bien.
Entonces quedamos y al conocerte mejor me gustaste más. Después de esa cita vino otra, y otra, y con cada momento que pasaba contigo me cautivabas un poquito más. Ansiaba cada segundo que estaba a tu lado. Todo de ti me fascinaba. Tu sentido del humor, tu ironía, tus ideales, tus gustos, todo.
Te metiste bajo mi piel, te extendiste por mi sangre hasta inundar mi sistema. Te convertiste en mi droga. Te deseaba tanto que tenía que asegurarme que fueras toda para mí. El día que aceptaste ser oficialmente mi novia sentí que podía conquistar el mundo. Tú me hacías sentir así. Durante nueve meses vivimos una relación de esas que solo parecen existir en las novelas, las películas o las canciones de amor. Por ti, Dios, por ti lo habría dado todo. Sin darme cuenta y sin poder evitarlo me enamoré como no pensé que era posible hacerlo jamás, como un loco, como un idiota.
Lo eras todo para mí: mi presente y mi futuro. Sí, éramos tú y yo, ahora y para siempre. Pensé que era igual para ti. Pero después de esa noche hace una semana, para mí la noche más maravillosa de mi vida, descubrí lo equivocado que había estado todo este tiempo, lo engañado que me habías tenido.
Tú te convertiste en mi mundo entero. Yo era un juego para ti. Yo no podía imaginar una vida sin ti. Tú aprovechaste la menor oportunidad para despacharme. Esa noche, que comenzó como un sueño y terminó siendo una auténtica pesadilla, me destruiste. Tú te marchaste, me dijiste que no podías seguir y te marchaste. De haber recibido una puñalada me habría dolido menos. He pasado una semana preguntándome por qué, por qué lo que para mí era perfecto no era suficiente para ti, por qué mientras yo no imagino una vida sin ti tú no crees que puedas tener una vida junto a mí. ¿Por qué?
En una sola semana mi mundo se ha venido abajo, ya nada me importa. A lo largo de esta semana he descubierto algo sobre mí mismo: soy débil y cobarde. No soy fuerte, solo fingía serlo por ti, para estar a tu altura, para merecerte. Pero por lo visto no ha sido suficiente.
O tal vez es que nada es suficiente para ti. He dicho que eres como mi droga, y es cierto. Te me metiste dentro antes de que me diera cuenta, y cuando lo hice ya era demasiado tarde, ya habías envenenado todo mi organismo. Sin ti no puedo vivir y a tu lado acabaría destruido. Ahora lo sé, tú no eres capaz de hacer feliz a una persona. Hay algo mal dentro de ti que te empuja a destruir a los que hay a tu alrededor. Sin embargo ya es demasiado tarde. Hubiera preferido tenerte a mi lado, aunque eso acabara conmigo, que perderte como lo he hecho. Porque no puedo vivir sin ti. No quiero vivir sin ti.
Solo me queda una cosa por decirte: Te quiero, Danielle. Siempre te querré.
James
Habían pasado tres años, tres largos años, desde el día en el que llegué a casa y encontré la carta, y aún ahora soy capaz de rememorarla palabra por palabra como si la tuviera entre mis manos y la estuviera leyendo. No la tengo, la enterré junto con su autor, James.
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Life is a cabaret - Kristen C. Davidson
Non-FictionDanielle sabe el daño que puede llegar a hacer el amor. Puede llegar desde destruir el espíritu de una persona hasta acabar con su vida. No, definitivamente ella no quiere tener nada que ver con el amor. El sexo ya es otra cosa… Cuando se marchó de...