-¿Dónde estarán? -dijiste para ti misma mientras buscabas en todo el living. Leer todas las noches antes de dormir se había vuelto un hábito, y no podías hacerlo sin tus anteojos. Si lo hacías, esforzar tanto la vista te daba jaqueca. Estabas sacando los almohadones del sillón cuando tu novio, Barry Allen, hizo acto de presencia y preguntó:
-¿Qué estás haciendo?
Sonreíste al escuchar esa voz que tanto amabas. Continuaste tu búsqueda sin dejar de sonreír y dijiste:
-No encuentro mis anteojos. Los deje justo aquí -señalaste la mesa -y ahora desaparecieron.
-¿No puedes buscarlos mañana?
-No. Quiero sentarme a leer un rato y no puedo hacerlo sin mis anteojos porque me da un dolor de cabeza increíble. Además... -miraste a Barry -¿Qué haces con mis anteojos?
Te sorprendió verlo con tus anteojos. Ni se te había ocurrido la posibilidad de que él los hubiera agarrado.
-Sólo quería ver como me quedaban. -dijo Barry con una sonrisa.
-Te quedan muy bien -dijiste. -Ahora damelos, por favor.
-Sólo si me das algo a cambio. -dijo con una mirada seductora.
-Parece justo. ¿Qué es lo que quieres?
Barry se acercó, tomó tu cara entre sus manos y te besó.