Te acercarse, me miraste y sin permiso te quedaste. Me lanzaste aquella noche esa mirada cautiva, esa mirada que parecía no tener vida, pues era fría, y sin embargo me provocaba calor.
Tú y solo tú que desde aquella noche te quedaste en mí, que te volviste mi sueño en las noches, y mi anhelo en el día, mi sol y mis estrellas, la dueña de mi vida.
Tú que sin saberlo calmaste mis tormentas, tú que con una sonrisa apagaste mis miedos y encendiste mi ilusión.
Tú y solo tú que con su luz ilumino mi obscuridad, hasta borrarla por completo.
Tú, cuya alegría es mi misión de cada día, tus abrazos mi mayor regalo y tú amor mi bendición.
Tú ... simplemente tú, mi gran amor.