El mafioso y la ebria

Desamor

¡Y de nuevo fallo!. . . Ah, pero que gran novedad para Chuya si no es por esto es por aquello, no entiende como un tipo tan estúpido como Dazai tiene tanta suerte como para librarse de la muerte, seguro es un tipo de karma el quiere morir pero no se lo permiten. Es de lo único de lo que se puede burlar de el.

El gran mafioso de la port mafia echa humo por las orejas, caminando bastante enojado en la fría noche teniendo un rumbo específico, un antro, de vez en cuando no hace daño relajarse con el buen ambiente y las bellas mujeres que van, pero a decir verdad el mafioso solo va por la bebida y nada más, ni siquiera se interesa en las drogas que le ofrecen de manera disimulada, el solo va por la bebida unos cuantos tragos sin pasarse de la raya y regresa a casa menos enfadado.

Claro que el pobre no sabía lo que le depara el destino para arruinar su ritual para calmar su enojo. El entró como siempre desde la puerta principal se escuchaba esa música retro retumbando por el gran lugar, mientras varias personas se la pasaban bailando, ya sea un hombre con una mujer, o hombre y hombre, o mujer y mujer, todos se coquetean entre ellos claro que Chuya no fue la decisión y tanto mujeres como hombres se le insinuaron el solo los fulminaba con la mirada dejando en claro que no quería nada.

Una que otra persona reconocía al miembro de la port mafia, pero nadie lo delata después de todo este mismo lugar esta lleno de drogadictos, alcohólicos, personas que ofrecen su cuerpo y uno que otro corrupto, este ambiente es nada más que perfecto para ser casi invisible ante los ojos de todos, y ese es otro motivo por el cual le gusta venir, llegando por fin al área de bebidas se sento, provocando que uno que otro grandulon se hiciera de lado, eso provocó que mostrará una gran sonrisa le gusta ser respetado.

-Lo de siempre. -Dijo para el empleado quien prepara las bebidas y solo asiente ante la petición del Nakahara, quien esperaría paciente en su asiento, observando las bebidas y algunas veces a su alrededor, más unos murmullos no le permitieron seguir con su entretenimiento barato, si no se equivoca son los de una mujer, echo un vistazo de donde provenía y sorpresa se topo con una muchacha seguramente de su edad o un poco más joven, quien se queja y seguramente dice una que otra maldicion en murmullos, más le dejo de prestar atención cuando al fin le entregaron su bebida y dio un sorbo, preguntándose que hace alguien como ella en este tipo de lugar, pues sus ropas le delataban a diferencia de las otras mujeres que si no usan un vestido muy revelador entonces usan uno bastante elegante en cambio ella lucía un vestido rosado pomposo de la falda que llevaba mangas cortas pero encajes en las orillas, además usaba unas mallas blancas junto con unos botines rosas, más bien parecía que iba a una reunión familiar o algo por el estilo, por un momento se le cruzó que podía tratarse de una espía infiltrado más descartó esa idea al ver que esta completamente ebria.

-Hey muchacho. -Le hablo al cantinero.

-¿Si señor?.-

-¿Quien es ella?.-Pregunto mostrando un leve interés.

-No lo se. . . de hecho es la primera vez que la veo.-

-¿Ah si?.-Fijo su mirada azulina en la joven ebria quien no deja de quejarse, le entró curiosidad por saber que provoca tantas quejas. -¿Y cuantas copas lleva?.-

-Apenas dos.-No pudo contener su risa, para después darle un sorbo a su copa, bien eso si que le alegró la noche.

-Jaja~ bien, bien ya puedes seguir con lo tuyo.-Menciono entre risas para mirar a la chica, ¡principiante!. . . eso es lo que es.

-¡Cantinelo otra!.-Y al escucharla no evitó reírse otra vez, sin duda una gran principiante, bien ya ha encontrado quien le alegrará la noche, solo la mirará desde aquí y dejará que su programa de comedia siga avanzando, pero fue arruinado por una pareja de perdedores, es muy normal este tipo de situaciones, los aprovechados enfermos queriendo llevarse a la pobre chica ebria y darle una noche horriblemente inolvidable, aunque por lo que ha oído antes a algunas si les gustaba ese termino de relación tal vez la pequeña ebria no seria la excepción.