Pienso en ti.
Cada día, todo el rato.
Cada minuto. Cada agónico segundo que pasa en los relojes que veo por doquier. Ellos también me recuerdan a ti, y al tiempo que me queda para poderte ver de nuevo. Mire donde mire, apareces tú en una de tus interninables formas.
Ya no sé qué hacer. Me destruyes. Me consumes. Y a la vez te necesito, y sin ti me consumiría. Me apagaría aún más.
Creo que nunca me había obsesionado así.
Cada gesto, o movimiento que hago, cada respiración, me recuerda a ti. Y es que si hoy sigo viva, te lo juro solemnemente, que es gracias a ti.
No puedo esperar a que llegue el momento del día en el que te veo.
Y cuando lo hago, te evito, y mientras te estoy evitando, ya estoy pensando en volverte a ver a la siguiente vez. Estúpida de mí, me contradigo. Y no sé si hacernos esto aún es peor. Puede que ignorarte aún sea más dañino que probarte si quiera.
Pero es que eres mi mayor deseo, y mi gran debilidad.
Nada ni nadie existe en mi mente que no seas tú. Nada. Todos los días, todas las horas. Siempre.
Ya ves tu. En broma en broma, así he acabado. Y ahora no sé como echarte de mi mente.
¿Dejaré que me destruyas? ¿La vida es algo más que este bucle agónico y rutinario?
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Atada
PoetryMe jode ver que esta mierda se ha convertido en una especie de diario. Solo tú y yo lo entendemos bien. Simplemente atada. Formas parte de mí quiera o no