Metemos las cosas en el maletero y nos vamos. Poniendo rumbo a la selva amazónica ahora mismo sé que estáis despistado, pero os lo explico. Todo comenzó hace varias semanas cuando por la puerta de mi despacho entró John con una montaña de papeles.
-Michael tengo algo que proponerte, al principio me vas a tomar por loco, pero... si todo sale bien...
-¿Dónde quieres ir?
-A la selva amazónica.
-Tú estás loco... piensas que voy a dejar aquí a mi familia, mi trabajo, MI VIDA. Para ir contigo a cruzar el Atlántico e ir a ver una selva en la que podemos llegar a poner en juego nuestras vidas...
-Conmigo sólo no.
-Y qué loco es el que se suma a está majadería.
-Tom y Liz.
En ese momento a Michael le cambia la cara.
-Liz- decía mientras se quedaba embobado mirando un punto fijo.
-Michael, ¡eh! Michael estás ahí.
Lo que John no sabía era que desde bien pequeños, Michael estaba coladito por Liz, la chica rubia del recreo -cuando estaba en el colegio- esa que siempre le sacaba una sonrisa cuando aparecía.
-Iré.
-Pero Michael... a que viene ese cambio tan repentino.
-A... nada, nada.Hasta el día de hoy... Hoy me he levantado, he cogido la maleta, la he metido en el coche y he salido de parboull city y fui a el pueblo contiguo en busca de John. Llegué a su portal y mientras tocaba el claxon, grité.
-¡¡¡JOHN!!! Ya estoy aquí.
No hallé respuesta, pero tras varios minutos esperando, por la puerta se ve a John un chico rubio con gafas que llevaba un chaleco de algodón rojo, unos pantalones vaqueros oscuro y unos zapatos de deportes azules que por el color oscurecido daba la sensación de que eran antiguos. En su mano portaba una maleta de cuero de color lila. Se acerca al coche y da dos golpecitos en él, pidiéndome que le abriera el maletero. Me agacho y pulso la palanca que hace que se abra el maletero. Se monta en el coche y nos vamos.
-Buenas... ¿Cómo estás?
-Bien, aún un poco rato al saber que nos vamos de viaje.
-Jaja... no sabes cuanto me gustan mis locuras.
-Y yo no sé, cómo soy capaz de ir contigo a esa locura.
-Ya estás aquí ya no hay marcha atrás.
Después de 4 horas de viaje, paran en una gasolinera a repostar e ir al servicio. Se vuelven al coche y se van. Cuando pasan dos horas desde que repostan, una de las ruedas estalla.
-John, nos hemos quedado tirados.
-¿No hay nadie al que podamos pedir ayuda?
-Si hay gente, lo único que... aquí no hay señal.
En un momento de miedo miramos a nuestro alrededor a ver si alguien podría ayudarnos y vimos un camino de arena antiguo que conducía a una casa de campo con pinta de ser antigua, sin haber más a que aferrarse se fueron a esa casa.
(Tock-Tock)
-¿Quién es?- suena una voz ronca que parecía de alguien mayor.
-Abra un momento por favor.
-¿Quienes sois? ¿Y qué queréis?
-Somos dos chicos de veinticinco y veintitrés años, acabamos de pinchar y estamos buscando ayuda.
No sé oyó más al hombre. A los pocos segundos, abre la puerta un hombre de piel oscura con muchas arrugas y de pelo canoso. Nos tendió la mano y nos dijo:
-Buenas, muchachos. ¿Qué hacéis aquí?
-Pues qué nuestra rueda delantera izquierda ha reventado por completo y tenemos que cambiarla por la de repuesto, pero... la de repuesto está vacía.
-Pues, podéis dormir aquí y mañana uno de los dos que se acerque a la gasolinera con la rueda y llenarla.
Nos miramos y decidimos quedarnos.
Entramos en la casa y soltamos las maletas.
-Oiga, ¿tienes algún teléfono por el que poder hablar?
-Ves aquella caseta de allí abajo... pues ve allí.
Salgo de la casa y empiezo a correr colina abajo, al llegar veo que la puerta está abierta el interior del edificio está muy viejo y al fondo de esa sala ve una luz parpadeante verde.
-ahí está el teléfono -dije
me acerqué y descolgué el teléfono lo más rápido que pude. Teclee sobre las piezas que formaban ese teléfono el número de liz. Dio un toque, dos toques y al tercer toque detrás de ese teléfono viejo sonó la voz de liz.
-¿Diga?
- Liz, soy yo, Michael.
-¿Michael?
- sí, soy yo.
-¿Qué haces hablándome desde este teléfono?
-Te hablo desde esté teléfono porque John y yo hemos pinchado y nos hemos quedado aquí con un señor mayor en un campo, mañana salimos hacia allá.
-Vale. Nosotros nos quedaremos aquí... en el hotel. ¡Menos mal que decidimos salir un día antes! ¡¡¡Porque si no!!!
-Jajajaja... mañana nos vemos.
-Vale. Un beso, pasar buena noche.
-igualmente...
Cuelgo. Salgo de ese edificio, la noche se había echado encima encogiendo los hombros salgo a correr hacia la casa. Dentro están John y aquel señor tan mayor preparando una hoguera. Y esa es nuestra noche, esperemos que mañana podamos seguir nuestro camino.