Prólogo

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Desperté. Mis ojos con trabajo se empezaban a adaptar a la luz blanca, no podía entender en donde estaba. Empecé a asustarme, quería moverme y no podía, todo me dolía. Mi cuerpo no respondía. Confundida voltee un poco hacia abajo y visualicé como algunos cables estaban conectados a mis brazos y un tubo salía de mi garganta, me asuste más aún y traté de hablar, gritar, al menos emitir un sonido pero nada salía de mi garganta. Respire tan fuerte y hondo como pude con mi garganta a ver si salía un sonido y funcionó un poco, no como quería pero lo hizo.
Vi algo moverse de reojo y escuché:
-Olivia?- era una voz masculina y decía mi nombre, no podría decir bien quién era, no la reconocía.
-Olivia!- escuche como rápidamente se levantaba de al parecer una silla y se ponía justo a un lado mío, el estaba frenético, feliz, lágrimas al parecer de felicidad corrían por su rostro, aunque no sabría expresar exactamente las miles de emociones que pasaban por su cabeza. Pero yo no sabía quién era.
-¿como estas? ¿Que sientes? ¿Te duele algo? Te extrañe tanto como no tienes una idea, no puedo creer que esto esté pasando...- el seguía hablando y diciendo miles de cosas, pero yo no podía hablar ni moverme y me estaba desesperando. Comencé a llorar. Lágrimas me empapaban el rostro porque realmente no yo no podía hacer nada más que pequeños sonidos con mi garganta, el chico no supo que hacer más que llamar rápido a la enfermera porque al ver que yo no me movía ni hablaba se preocupó.
Empecé a tener un ataque de pánico y desesperación, si alguien tiene un tubo en la garganta y además está desorientada, no puede hablar ni moverse es LO MENOS que te puedes esperar que suceda.
Las enfermeras no me pudieron calmar y tuvieron que sacar una jeringa e inyectarme el brazo, fue sorprendente como lo que sea que me pusieron hizo efecto enseguida y sentí como poco a poco me cuerpo se relajaba y yo también.

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