El trascurso de la vida es un camino incierto,
aunque al principio todos somos iguales,
hacemos vivir a nuestros padres un infierno,
síntoma de nuestra inmadurez, para ser sinceros.
Pero cuando la vida te patalea desde bien pequeño,
te obliga a crecer a la fuerza, sin freno,
no es que sea malo, es más, lo consideras bueno.
Pero no todos piensan como tú,
y cuando les acecha la desgracia se rompen por dentro,
y el hilo de la cordura se ve desgarrado entero,
y entonces te toca ser fuerte,
y aliviar el dolor permanente de quien te rodea.
Y cuando menos lo esperas,
estás en una habitación de hospital,
con tres generaciones de tu apellido,
dos de ellas durmiendo,
y la tuya, escribiendo,
parte de tus pensamientos en una gastada libreta,
y pasa por tu "sobremadura" mente
que efectivamente has de ser tú el fuerte,
a pesar del dolor de los demás,
debes mantenerte consciente
de que sin ti, ellos mismos se convertirían en polvotriste y gris, deliberadamente.