Capítulo único.

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Dada no era guapo, tampoco astuto ni tenía dinero. Él era torpe, inocente y muchas veces lo menospreciaban. También era el conejillo de indias de los tres chefs de Sooga, lavaba los platos, no tenía la mejor casa y mucho menos tenía novia.

Un suspiro melancólico salió de sus labios. Ha decir verdad, Dada estaba enamorado.

Ella era linda, astuta, delgada, coqueta... Era todo lo contrario a él.

Ella nunca se fijará en mí. Pensaba mientras se acostaba en la hierba.

Encontró una florecilla, una margarita. Una idea pasó por su cabeza.

Se sentó en la hierba, mirando fijamente la pequeña flor.

—Me quiere... No me quiere...

Fueron cayendo los pétalos. Uno a uno.

—Me quiere... No me quiere...

Solo quedaba un pétalo.

—Me quiere... ¿Me quiere? ¿Eh?

Una sonrisa tonta cruzó sus labios. Esa flor lo había hecho feliz.

—¿Qué haces Dada?

Era ella, estaba allí, parada, observándolo.

El rubio parpadeo un par de veces.

—¿Dada?

—¡Na-nada!

Escondió la flor sin pétalos detrás de él.

—¿Uh? Te estaba buscando.

"¿A mí?" Pensó extrañado pero entusiasmado.

—¿Que-é sucede Ring Ring?

—Lo siento.

Él no entendía la situación. Ella se dio cuenta. Un sonrojo cubrió sus mejillas.

—La última vez grité, fui grosera.

"Tan linda y tierna". Él la quería, pero no se consideraba suficiente para tenerla.

—Tranquila. E-Estoy bien.

Intercambiaron sonrisas.

—¿Estabas cortando flores?

Ella estaba cambiando de tema.

—No, no estoy haciendo nada.

Se miraron. Dada tragó saliva. "Se valiente Dada".

—Ring Ring, ¿te gusta Garu?

—En realidad no, le coqueteo para molestar a Pucca.

—¿Quién te gusta?

—No tienes porqué saber.

. . . Hubo un silencio incómodo.

—¿Y a ti Dada?

Él evadió la pregunta.

—¿No me dirás?

Dada empezaba a sudar.

"Tú". No podía admitirlo.

—Me gustas tú.

Dos voces dijeron lo mismo.

Ambos voltearon la mirada.

"Le gusto, Dios mío, le gusto". Dada estaba nervioso.

—¿Me-e quie-eres?

Él tartamudeo como de costumbre.

—Sí.

—¿Me quieres?

No lo creía. "Es broma".

—Sí Dada, sí te quiero.

Ring Ring se rio. "Que tierno".

—Te quiero, Ring Ring.

Se atrevió a admitirlo.

Ella se acercó a él y besó su mejilla. Dejando la marca de labial.

—Tengo hambre. ¿Vamos por fideos?

Preguntó ella, aún con un sonrojo.

­—Cla-claro. Yo invito.

"Gracias, pequeña florecita".

El olor a primavera, las flores florecían y con ellas un dulce aroma de amor.

¿Me quieres? |DadaRing|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora