Una noche tranquila y nublada, Narciso, un chico de gran belleza y personalidad, miraba su reflejo en el espejo de su cuarto, como si este lo absorbiera dentro de él, Narciso mientras contemplaba su rostro, su reflejo pronunció unas cálidas palabras adorando su belleza, sin saber que estas mismas eran su propia maldición, su propio dolor... Cuando Narciso pronunció aquellas palabras llenas de idolatría hacia sí mismo, una desgarradora luz, le penetró el alma, absorbiendo su esencia y espíritu, transportándolo a un lugar totalmente distinto. Engatusado por el mundo a su alrededor Narciso comenzó a caminar y caminar aún más, por un pequeño pueblo abandonado, se acercó a una casa a las afueras del pueblo, quedando embobado al ver un pequeño espejo en la pared de uno de los cuartos principales, Narciso acariciaba su rostro en el espejo, como si no hubiera nada más hermoso que su propio reflejo en aquel objeto sin valor, cuando se escucha un murmullo débil, cualquiera pensaría que fue obra del mismo viento, pero no lo era, él lo sabía ya que... habían dicho su nombre. El leve murmullo repetía constantemente –Narciso... ¿dónde estás?- en un terrible cantico juguetón y terrorífico, estaba paralizado, no sabía que hacer hasta que vio un armario, corrió hasta él y se metió dentro, tal vez fue por puro instinto, tal vez porque esto lo soñó mil veces y sabía que lo perseguía, una pequeña voz infantil se fue intensificando con el mismo cantico pasado, acompañado de pequeñas risas de su tierna infancia, no tenía miedo, en sus sueños esta nunca lo encontraba, pero la voz no cesaba nunca hasta que lograba despertar, Narciso esperó ahí acurrucado en el rincón estrecho del armario, esperando que no lo encontrara, cuando de repente el cantico cesó, siendo remplazado por el silencio del cielo nocturno. Salió de aquel armario y miro en todas las direcciones calmándose cada vez más al no encontrar nada a su alrededor, hasta que sintió una risa gutural atrás suyo, para luego soltar un dulce –Te encontré, Narciso- se volteó y esa criatura con voz de niña, soltó un aullido de manera feroz, comenzando a gritar con desesperación de dolor. Se estaba autodestruyendo, para luego arder en llamas infernales, todo el alrededor de sí mismo comenzó a arder. Cuando el fuego se detuvo, Narciso se acercó al espejo con temor, abriendo de a poco los ojos, para luego soltar un grito desgarrador, un hermoso rostro, fue deformado cruelmente por una diosa caprichosa, que solo quería más poder, alimentándose del sufrimiento dejado por todo aquel hombre o mujer obsesionado con su retrato, obsesionado consigo mismo, Narciso comenzó a vagar por las tierras intentando encontrar a un joven para poder restablecer su hermoso aspecto, no sabemos si pronto llegará alguien, no sabemos si al menos llegará, pero siempre en este mundo ha estado la maldición... donde un chico o chica de aspecto muy hermoso es llevado a una versión futura de lo que sucederá en su pueblo, pero como si todo un apocalipsis ocurriera en él, ¿te has llegado a preguntar el porqué de todo aquello? Eso es fácil de responder, ya que una diosa caprichosa necesita controlar el mundo, necesita mantener un equilibrio perfecto entre los estándares, y cuando un pequeño narcisista aparece en este mundo, con su aspecto de desastre oculto en perfección, son llevados a esta tierra, para robarles su belleza, para que luego ellos hagan lo mismo, dejándose llevar por la belleza de los otros, intentando arrebatarles lo que alguna vez, le arrebataron a ellos mismos, solo por capricho, solo por un dolor profundo, que remota millones de siglos antes, cuando nuestra diosa aún era una humana, o bueno lo parecía, este mismo pueblo donde vagan las almas que les arrebataron su belleza, una vez, fue un alegre pueblo lleno de prosperidad, donde la pequeña y joven diosa, se enamoró de el chico hijo del jefe del lugar, este puesto en el pueblo le daba un gran privilegio ya que, con ello, podía ocultar su amor por sí mismo, su belleza y amor por ella, la diosa, rechazada por este chico, juró venganza. Dolida por esto, ascendió a los cielos, en la espera de la reencarnación, de la persona que heredaría toda su belleza y con todo lo que conlleva esta. Hoy a media noche, un chico o chica en cualquier parte del mundo, se quedará prendado a su reflejo, esperando el llamado de las tinieblas, esperando una luz, que le quitará el alma y futuramente, su belleza, tal vez esa noche, se pueda salvar y romper por fin la maldición, pero eso nunca sucederá ya que no creo que el elegido sea más listo, ya que un ser tan insignificante nunca desafiaría a un ser supremo como un dios, un ser tan débil e inocente, sin conocimientos sobre lo podrido que esta el mundo a su alrededor, el dolor de su propia raza o hasta de las cosas a su alrededor, ya que un ser tan insignificante no es más listo que yo, ¿no es así? Mi pequeño Narciso...No observes el abismo, o él te observar