Todo comenzó en aquel parque, el 25 de Febrero del 2010 aproximadamente a las 7:45 de la noche; cuando apenas comenzaba a anochecer, una pareja joven paseaba sin preocupación alguna, disfrutando de aquel atardecer y de la compañía del otro, aprovechando un pequeño momento de descanso recuperado de tantos que normalmente se dejan pasar pensando siempre en que abra un mañana o un después, de repente el hombre se detuvo:
– ¿No sientes algo particular esta noche?
La chica lo miro extrañada –Pues... la verdad no, todo me parece igual que ayer, quizá solo que hace más frío.
El alzó la mirada al cielo observando la luna y las nubes que la cubrían sin opacar su brillo – ¿No crees que el cielo se encuentra... diferente?- no despegaba la mirada del manto negrizco.
–Tal vez...- Ella seguía confundida, miró hacia arriba por un par de segundos, era cierto que el cielo de aquella noche se encontraba levemente despejado, dejando que la luna brillara mucho más mostrando todo sus esplendor; con todas las estrellas titilando a su alrededor. Le extrañó que su novio le hubiese hecho esas preguntas, no era normal en él que prestase atención en detalles como ese.
–Yo pienso que sí.- le respondió sin dejar de mirar al cielo, poniendo atención únicamente a la luna que parecía destellar exclusivamente para él.
Ambos se quedaron en silencio y solo se alcanzaba a escuchar el suave susurro del viento, las luces de la acera que alumbraban a la distancia y los grillos que se escondían entre la hojarasca y el césped, él tomo las manos de sus novia sin aviso llamando así su atención, con delicadeza y ternura, como si cortara una rosa para no romper sus pétalos, metió la mano derecha al bolsillo de su abrigo, sacando una pequeña cajita de color marrón, se arrodilló de frente a la chica que miraba cada uno de sus movimientos minuciosamente: soltó las manos de la chica, abrió el cofrecito que sostenía entre sus dedos; el cual contenía una pequeña sorpresa, y lo siguiente fue:
– ¿Luisa...? - se detuvo un momento para tomar una respiración – ¿...Aceptarías ser mi esposa?
Dentro de la cajita se encontraba una argolla con un rubí pequeño pero tan brillante como el resplandor de una luna de sangre. Ella quedo anonadada, no imaginaba ver un anillo de compromiso y que él le hiciera tal pregunta en esa misma noche, después de tantos años de conocerse; y otros pocos como pareja, en el mismo lugar donde se habían hecho novios. Regresando a presente de ese momento, con la emoción acumulada que le comprimía el corazón, Luisa le respondió que sí sin pensárselo dos veces; estaba tan exaltada que se lanzó a los brazos de Matías haciendo que este perdiera un poco el equilibrio, la sostuvo con firmeza intentando no lastimarla, ella tenía sus brazos alrededor de su cuello y él la tomaba por la cintura, dos jóvenes enamorados abiertos a todas las oportunidades que el futuro les guardara en el camino... o tal vez no.
Pero antes de continuar, hablaremos un poco sobre Matías Ruíz o mejor conocido por sus amigos (y alguno que otro conocido) como Mat: Joven prometedor de 30 años, estatura de 1.85 cm, piel morena, de cabello negro un poco largo y quebrado, rostro afilado con labios delgados, de nariz achatada, pequeños ojos de tono marrón tan obscuros que incluso se llegaba a confundir con el negro de sus pupilas. Joven serio y reservado desde antes de su adolescencia, se podría decir que le gustaba salir y divertirse únicamente con sus amistades más cercanas: Erick, Lucas y Julio, a quienes les tenía un cariño muy especial. Cuando estaba con Luisa no mostraba abiertamente su cariño hacia ella, sin embargo no había quien dudara de ello, en su relación no demostraba todo su cariño; el mismo se consideraba torpe en eso del cortejo y el romance... tanto que en ocasiones llegaba a perder el hilo de la conversación durante sus primeras citas, sus elogios y cumplidos lucían más como un guion que una espontaneidad y ella no parecía molestarse.
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Rosa Negra ©
Romance¿Qué tan "FUERTE" te consideras para renunciar a tú felicidad, ante los ojos de los demás?