Los rayos de la mañana se colaron por el marco de la ventana, perturbando la obscuridad que había dentro de la habitación con las cortinas cerradas, cubrió su cara con las sabanas para que la luz no le molestara en los parpados. No había podido dormir del todo; se encontraba agotado por todo el cansancio que había acumulado. Despertó de mala gana, aun con los ojos rojos e hinchados por la falta de sueño y la "ligera" migraña, se dirigió a su baño para asearse y arreglarse para ir a la oficina; no acostumbraba desayunar en su departamento, de hecho, pocas veces ocupaba la cocineta que tenía.
Eran las 8:40 am, se encontraba a unas cuantas calles del despacho donde trabajaba con tiempo de sobra para llegar puntual, así que decidió parar en la cafetería de la esquina por un café y su clásico desayuno, el hambre le comía el estómago por dentro y un café por la mañana siempre le levantaba el ánimo (en verdad era un amante del café a toda hora del día), estacionó su auto en frente del local y caminó hacia la caja para pedir su orden a la cajera; a la cual tenía varios años de conocerla.
–Muy buenos días Sr. Ruiz... ¿Lo mismo de siempre?- la pregunta sonó más como una afirmación que una interrogante.
Mat sonrió con gusto a la joven, que al parecer siempre estaba de buen humor para los clientes, asintió con la cabeza como aprobación –Buenos días a ti también, Caro, pero ya sabes que prefiero que me llames por mi nombre.
La chica sonrió con las mejillas rosadas –Lo sé, lo sé, pero mi jefe vino desde temprano al establecimiento y está revisando que el mobiliario este completo, en condiciones óptimas y que el trato que se le dé a los clientes es el adecuado, y como no le gusta que los tuteemos, tengo que seguir sus reglas hasta que se valla.- Dijo con una voz simplona que parecía no darle mucha importancia, dejó salir un suspiro antes de continuar con su trabajo –Pero en fin... déjeme confirmar su orden: Un sándwich mediano de pechuga de pollo asada en pan integral y un café negro tamaño grande, bien cargado, sin azúcar y sin crema para llevar. Sería un total de $45.00, hago entrega de su recibo y le entrego su orden al final de la barra.
Él ya tenía el monto exacto en la mano para dárselo en ese momento, siempre pedía lo mismo así que no era necesario mirar los precios o esperar a escuchar la cuenta hasta el final, venía más a menudo al medio día y en ocasiones llevaba su laptop consigo para trabajar al aire libre en las bancas que daban a la acera cuando necesitaba despejarse de sus cuatro paredes, pero normalmente pedía su comida para llevar. Tomó su recibo y dio un par de pasos hacia la izquierda para esperar su desayuno, Carolina tardó menos de 5 minutos de estar de regreso con una bolsa de estraza con su nombre.
–Disfrute su orden y vuelva pronto.- Le guiño un ojo cuando terminó con el protocolo del "buen empleado", que él también sabía de memoria.
–Gracias.- antes de salir le dejó una propina sobre el mostrador para que la tomara y su jefe no la regañara.
Carolina era una chica muy sencilla con un carisma muy activo y cordial que te hacía olvidar tus problemas por un momento, eso le recordó a Adrián la noche anterior, al mismo tiempo que las llamadas de Luisa y el mensaje de Erick.
Subió a su carro y se dirigió al estacionamiento del bufete, tomo su almuerzo y se dirigió al checador para registrar su hora de llegada. Cuando se dirigió al elevador; Félix, el conserje del turno vespertino, iba saliendo de éste para irse a su casa –Buen día Sr. Ruiz ¿Tuvo una buena noche?
–Buen día Félix, me encuentro algo cansado pero traje algo con que despertarme,- le mostró la bolsa que traía en la mano – ¿y cómo la pasó usted?
–Nada fuera de lo normal, todo muy tranquilo como siempre; a excepción de su oficina, su teléfono estuvo sonando varias veces durante la noche al poco rato de que usted salió, imagino que era importante por la insistencia.
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Rosa Negra ©
Romance¿Qué tan "FUERTE" te consideras para renunciar a tú felicidad, ante los ojos de los demás?