➵ Segunda parte

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Jimin enserio no podía entender como es que tanta comida entraba así de fácil en la boca de Jungkook. Justo después de haber salido de la lavandería con sus ropas secas y arremolinados sentimientos en la cabeza se dirigieron a la tienda tal y como Jungkook tenía planeado. Claro, hasta que el rubio se plantó a hacerle un espectáculo de nuevo diciendo que conocía un lugar mucho mejor para comer. Jungkook protesto, claro que lo hizo, pero tras darse cuenta que Jimin no iba a ceder, no lo quedó de otra más que obedecerlo.

Entonces ahí se encontraban, en un pequeño restaurante cerca de la estación del metro.

— J-Jungkook, ¿es sano comer así? es decir, ya llevas 2 platos de ramen ¡podrás siquiera dormir! — decir que Jimin se sentía feliz de estar junto a él era poco. Estaba tan orgulloso de hacer que el castaño sonriera tanto con el simple hecho de darle comida.

— ¿Y eso que? — dijo encogiéndose de hombros mientras le restaba la mayor de las importancias llevando el último bocado a sus labios — No dormiré en casa de igual forma — su plato de comida se encontraba vacío, salvo unos cuantos fideos en el fondo, con los cuales comenzó a jugar moviéndolos con sus palillos en forma ausente. Era molesto tener que recordar a su dichosa "familia". Pero Jimin estaba más que preocupado, no podría permitirle dejar su seguridad a la deriva de una banca.

— Pero, ¿porqué? tus padres estarán muy preocupados si no regresas. — Jungkook rió amargamente. Sabía muy bien que ellos podrían estar haciendo cualquier cosa en este momento menos preocuparse por él, lo que hacía o a dónde iba.

— Preocupados. — remarcó la palabra entre dientes dejando sonoramente los palillos en la mesa — Según ellos, ni siquiera tienen un hijo. — Jimin suspiró al ver como el castaño se incomodaba con el tema que decidió dejarlo por la paz. Como siempre, el caparazón que Jungkook creaba para que nadie pudiese conocer su lado débil se alzaba a lo más alto impidiéndole siquiera ver que tan dañado estaba. 

Y no es que no supiese que sus padres eran alcohólicos, que le golpeaban, que sus compañeros de escuela lo detestaban por su actitud poco amigable y más aún por venir de una familia pobre y borracha. Y justo como hoy, cuando el chico sentía al mundo venirse sobre sus hombros,  salía con mantas a la calle para dormir en bancas o canchas de fútbol, harto de todos. Por supuesto que sabía eso y más. Era su ángel después de todo y como tal, no lo dejaría desprotegido, no más.

— ¡Jungkook no te muevas! — chilló de pronto Jimin que el mencionado alarmado dio un respingo en su asiento.

— ¿P-Porqué... que tengo?

— Sólo... no te muevas — el rubio se levantó de su asiento y desde donde se encontraba, acercó lentamente su mano a la cara de Jungkook apartando delicadamente un par de mechones que caían rebeldemente sobre sus ojos. Jimin sonrió levemente por el estado tan peculiar de su cabello, puesto que en la lavandería éste había usado una secadora aquella melena castaña explotó en un estilo esponjado y ondulado, lo cual no hacían más que darle un aspecto increíblemente adorable.

— ¿Qué hac...

— Shh, quédate quieto — Jimin observaba atentamente los grandes ojos del castaño, le parecían tan profundos, tan hermosos; era una lástima que nadie pudiese ver la dulzura reflejada en ellos y solo le conociesen como alguien petulante y de poco tacto. Pero para Jimin, incluso existiendo bellos matices de colores azules o verdes alrededor del mundo que encantaban por su peculiaridad, al tenerle así de cerca, no creía eso en absoluto. Sus ojos eran soles, más no por el color, sino porque con solo verlos podías sentirte hipnotizado ante la calidez que reflejan al mirarte, porque brillando así de gentil le hacía sentir como si solo existieran para verlo a él. 

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𝑰𝑻❜𝑺 𝑹𝑬𝑨𝑳 ✧〞  𝐾𝑂𝑂𝐾𝑀𝐼𝑁 ✧〞 𝙊𝑁𝙀 𝙎𝐻𝙊𝑇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora