Es increíble el poder que tienen según qué situaciones sobre nosotros, tanto si son imaginarias como si no.
Tengo un miedo terrible a que mis padres dejen de quererme, sé que es algo técnicamente imposible, pero ahí está ese miedo en mi cabeza día sí y día también. Tengo miedo a que dejen de quererme por algún comportamiento rebelde, por malos resultados académicos, por llegar más tarde de la hora a casa y así una gran larga lista de etcétera.
Me derrumbo al pensar que sólo me van a quedar recuerdos bonitos y felices de mi infancia o momentos puntuales de bienestar en mi adolescencia con mis padres, intento aferrarme a esa sensación de calidez que me transmiten esas imágenes guardadas en mi cerebro y las abrazo con gran cariño al pensar en ellas.La sensación de pérdida es algo que no aconsejo para nadie, es algo tan doloroso que me está consumiendo por dentro poco a poco. El agobio en el pecho porque me falta el aire al respirar porque llorar es la única salida que le encuentro, el agobio al pensar que no hago más que perder y seguir perdiendo parte de mí, de mi familia, de mis amigos, de mis recuerdos, de las cosas que me tranquilizan... es algo tan doloroso que con sólo pensar en ello me faltan las fuerzas.