Sin esperarlo, ves a una persona que te saca de la mierda en la que estás metida.
Sin esperarlo, bajarías el cielo por una conversación con esa persona.
Sin esperarlo, tus sentimientos se vuelven espinas.
Sin esperarlo, te duele la espera, lo quieres tanto que duele, que escuece.
Sin esperarlo, te enamoras de la forma en la que sus ojos se plantan en los tuyos y te hace olvidar lo mal que había ido el día, porque, al fin y al cabo, al final lo tenias a el.
Sin esperarlo, empiezan las peleas y los remordimientos. Los reproches y los abrazos, los llantos y los dolores de cabeza bajo la ducha.
Pero también, sin esperarlo, te compensa. Porque después de las peleas llegan los lo siento más los te quiero, los abrazos y los besos.
Porque las cosas más bonitas suceden sin esperarlas.