De Rojo

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             NOTA: Se recomienda escuchar la canción mientras se lee el relato.

Mientras estaba hablando con mi madre escuché unos pasos que provenía del pasillo. Pensé que era mi hermano regresando del baño; nada preocupante, por lo que continúe la conversación. No obstante, el silencio volvió a surgir al poco tiempo. Los pasos habían cesado y una fuerte respiración se podía oír al otro lado de la puerta. Recuerdo a mi madre diciéndome algo, pero no pude entenderla bien. Una fuerza mayor me obligaba a descubrir que había tras dicha puerta, la curiosidad era inmensa. Acerqué la mano lentamente al pomo, cuando estuvo a mi alcance. Casi rozándolo, la puerta se abrió de golpe y algo me empujó con una fuerza sobrehumana, haciéndome volar por todo el salón para terminar golpeándome contra la mesa.
              Con la vista borrosa ( y casi sin consciencia) vi como una extraña masa negra entraba en el cuarto. Mi madre, aterrorizada, trató de salir de allí, mas una gran  garra  salió de aquella cosa y le separó la cabeza del cuerpo con tal rapidez que no pudo hacer nada más antes de desplomarse en el suelo. Después la absorbió a su interior y continuó su avance.
               Traté de salir de allí, correr, huir...  Desafortunadamente, mi cuerpo no respondió a ninguna de estas intenciones. Apoyé la cabeza en el suelo húmedo y caliente,por la sangre que emergía de mi cabeza; y perdí el conocimiento.
                Desperté en una habitación blanca que no había visto nunca. Me encontraba tumbado en una cama del mismo color que el resto del cuarto. Tenía mitad de la cara vendada. Sentía miedo. Algo sobrenatural acababa de asesinar a mi madre y,posiblemente, a mi padre y mi hermano junto con ella;para colmo desperté solo en un lugar desconocido. La histeria y la tristeza se sumaron al miedo. Perdiendo el control de mí mismo, comencé a gritar para pedir ayuda y a golpear las paredes. Terminé con los nudillos abiertos hasta el hueso mismo y agotado. Me senté en una esquina y, por fin, lloré.
                Una puerta se abrió al cabo de un rato y entraron dos soldados armados junto con una mujer vestida, en su totalidad, de rojo. Ella se acercó a mi y me dijo en tono amable:
        - No te preocupes, ya ha pasado todo. Nadie puede acerté daño ahora.
        - ¿ Donde estoy?,¿que hago aquí?- pregunté entre sollozos y con la voz entrecortada.
        - Estad en un hospital del gobierno; un grupo terrorista introdujo dentro de tu hermano la cría de un pequeño ser mutante que asesina a todo ser humano en un radio de treinta metros... Consiguieron hacerlo en una noche sin que nadie se diese cuenta, ni siquiera él- hizo una pausa-. Conseguimos un chivatazo de un miembro de la banda, gracias a eso pudimos rescatarte.
        -¿ Mi familia...?- pregunté de forma apresurada.
            Negó con la cabeza.
        -Lo siento.
             Las lágrimas regresaron de nuevo a mis ojos, no tardé en llorar de nuevo. Cuando conseguí parar, la mujer continuó hablando:
        -Siento mucho lo que te está pasando chico, mas hay algo que tengo que pedirte. Me da rabia hacerlo,pero es necesario. Se requiere tu ayuda para acabar con el grupo terrorista ya que...
        - Acepto - la interrumpí.
       -Perdona,¿que has dicho?- preguntó ella visiblemente sorprendida.
      - He dicho que acepto.
                Las ganas que tenía de venganza eran infinitas. No estaría dispuesto a matar a nadie, mamá si que ayudaría a la justicia que debía hacerse.
               Me guiaron, tras esto, a unas duchas donde pude asearme un poco,quitarme el vendaje y ponerme ropa limpia que ellos me proporcionaron. Se nos explicó al plan a mí y a un grupo de soldados de incógnito. Atraparíamos a los terroristas en plena Plaza del Parlamento, donde el presidente daba un discurso. Dicho discurso era el objetivo de su ataque. Podríamos identificarlos fácilmente, pues comenzarían a sufrir espasmos musculares antes de que el ser partiera su abdomen. Una vez entendido el plan, nos fuimos.
                Llagamos hasta El Centro de la ciudad en vehículos corrientes para no llamar la atención. Junto al Parlamento el discurso de nuestro presidente había comenzado. Despertamos entre la multitud, pacientemente, el momento del ataque. Pasaban, no obstante, los minutos y nada ocurría; más encima, yo comenzaba a sentirme cada vez peor. La cabeza me dolía a mares junto con el estómago; semejaba que algo vivo se estaba moviendo dentro de mí.
                No fue hasta cinco minutos antes del ataque cuando comencé a sufrir espasmos. Tales espasmos que caí al suelo,más conseguí levantarme otra vez. Comprendí en ese momento quienes eran los terroristas. Momento en el cual uno de ellos me miró desde treinta metros de distancia. Miraba con una gran sonrisa en la cara y vestía, en su totalidad..., de rojo

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