Poco a poco, los párpados de aquel chico pálido se van abriendo. Su cabeza dolía y por instinto intenta llevar una de sus manos a su cabeza, pero ésta está retenida por unas correas de cuero. Tanto como manos, torso y pies están sujetadas a una camilla. Solo trae puesto una fina bata, por lo que a los minutos de recuperar su consciencia comienza a sentir el aire más frío. Comienza a inspeccionar con nerviosismo su entorno. Es una sala de cuatro paredes, blancas. A su lado derecho se encuentra un atril para suero, pero lo que se le estaba administrando a aquel chico no era suero. Una sustancia líquida de color morada, oscura, se encuentra colgando en ella. Cada unos cuantos segundos se le es administrado un poco de aquel líquido a través de vía intravenosa en su antebrazo. Su camilla estaba ubicada en un rincón de la sala, y en diagonal suya se hallaba una puerta. Era de metal y muy grande. Supuso que en algún momento alguien entraría a ver como estaba. Cerró sus ojos con pesar, dejándose llevar por la tranquilidad que le trasmitía ese lugar. Era un silencio completo, que te absorbía y alejaba de tu alrededor. Sin embargo los abrió rápidamente al escuchar un pitido. Observó en todas direcciones, verificando de dónde salía aquel sonido, pero se encontró con lo mismo que había encontrado anteriormente: nada. El silencio que acompañó al pitido ya no le produjo tranquilidad. Su respiración comenzó a hacerse cada vez más ruidosa y rápida. Sus ojos picaban, y por su mente solo pasaba una cosa. En la mente del chico comenzaron a visualizarse imágenes, situaciones, que en lo personal él no asociaba consigo mismo. No reconocía los rostros que pasaban por su mente. No recordaba a esa singular señora llevando a un adolescente pálido con el rostro inundado en lágrimas jalando en contra. No recordaba a aquel adolescente pálido encerrado en una habitación mientras su rostro era nuevamente inundado en lágrimas. Y tampoco recordaba a aquel chico de cabellos anaranjados que interrumpió el llanto del otro para abrazarlo y susurrarle un: "Tranquilo, YoonGi, todo estará bien", mientras lo mecía en sus brazos.
Lágrimas salían de manera involuntaria de su rostro a medida que observaba como aquel líquido ascendía por su antebrazo. Observaba como pasaba por sus venas para finalmente perderse por la parte que su bata cubría. No dolía, no obstante, el chico lloraba por cosas que su mente no comprendía. Y durante todo el tiempo que estuvo encerrado en aquel lugar, no se había percatado que la puerta poseía un pequeño orificio rectangular. Estaba abierto, y a través de él, se podían observar unos rasgados ojos color marrón. Lo observaban sin pestañear. El chico pasó saliva por su garganta, para lentamente dejar de llorar. Aún veía algo borroso por las lágrimas, pero eso no le impedía ver el par de ojos que tenía detrás de esa gran puerta. Por su mente pasaron muchas preguntas, que hasta el momento no había tomado en cuenta. ¿Acaso él también tenía los ojos rasgados?, ¿de dónde venía?, ¿cuál era su nombre? Todo tipo de preguntas acerca de su persona comenzaron a hacerse presentes, al igual que su desesperación. Desvió su vista de aquellos ojos para pasarlos por toda la habitación. Su respiración se volvió agitada, su pecho subía y bajaba de manera rápida. Y aquel silencio que reinaba en la habitación le resultaba desesperante. ¿Dónde estaba todo el mundo?, ¿por qué el dueño de aquellos ojos marrones no entraba a ayudarlo? Cerró sus manos en puños, y se obligó a bajar sus párpados. Ejercía tanta fuerza sobre sus manos que le dolían, pero no le importaba. Intentó regularizar su respiración, volver a su anterior quietud, pero sus intentos fueron en vano. El único sonido presente en la sala era el de su respiración, eso y una nueva voz.
— Eh, YoonGi—. Abrió sus ojos, encontrándose con la mirada del chico detrás de la puerta. ¿YoonGi? ¿Qué era eso, o quién?—Soy yo, Jimin—. El chico, quien al parecer se llamaba Jimin, se percató de la confusión del más pálido. Soltó un lastimero gemido, cerrando fuertemente sus ojos, y dándose la vuelta, dejando ver su anaranjado cabello. Soltó otro alarido, a la vez que estrellaba su puño contra la puerta—. ¡Esos bastardos! ¡Los golpearé apenas los encuentre!—. Siguió estrellando su puño repetidas veces, hasta que logró tranquilizarse y girarse a encarar al más pálido, quién se había intentado encoger en su camilla, pero las ataduras en sus manos, torso y pies no se lo permitieron—. Está bien. No recuerdas nada, ¿verdad?—Preguntó Jimin en dirección al chico en la camilla. Este negó repetidas veces con su cabeza, porque al intentar hablar, las palabras no salían—. Espera unos momentos, iré a buscar la llave de la puerta y a despedir a unas personas.
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Experimento Secreto ; YoonMin
FanficDonde YoonGi despierta y no sabe quién es, ni dónde está, y solo pasan imágenes confusas por su mente.