Prólogo

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La lluvia caía cuidadosamente y se deslizaba por un paraguas carmesí de un joven hombre. Aquella persona había parado de caminar para agudizar su oído, pero el sonido que había captado su atención no volvió a sonar. Lo único que quedaba era el suave tintinar que dejaban las gotas de lluvia al caer en la calle, como si se tratara de un millón de pequeños cascabeles. El muchacho posó su vista hacia un edificio que parecía ser una fábrica. Como siempre, esa fábrica pertenecía a la única empresa que se encargaba de la creación: MGhost. Esa empresa se encargaba de hacer los productos para otras tiendas de todo el mundo, desde objetos hasta alimentos, por lo tanto era importante para las demás tiendas. Tú aún puedes hacer tus cosas para tu negocio, no hay problema. Pero había algo que hacía MGhost para que sus productos fueran de tan buena calidad que la mayoría de personas los compraban para sus negocios, y la gente haría cualquier cosa para pasar o llegar al nivel de la competencia. Al ver que quedarse allí esperando a que pasara algo que talvez ni siquiera existía, el hombre retomó su camino hacia su hogar. Después de todo, quedarse ahí le haría sentir más frío. Pero el sonido que escuchó aún le causaba que su corazón latiera más fuerte de lo normal. Seguía pensando en el grito hunano que oyó cerca de la fábrica. El no debería preocuparse de eso, el trabajaba en la empresa y si estuviera pasando algo él lo sabría, ¿verdad?

El Ingrediente SecretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora