Save me

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30 de abril de 2014

Entrar en el hospital se estaba haciendo cuesta arriba cada día que pasaba. No es que estuviera cansándome de hacer la visita diaria, sino que las esperanzas iban disminuyendo por cada "debes esperar" que me hacían escuchar. Los doctores intentaban aliviarme de una manera sutil, de una forma en la que sus palabras lograran calarme en lo más hondo y me hicieran recapacitar sobre el cauce que podrían llevar realmente las cosas. Yo no brillaba por mi positividad, pero había aprendido a hacer de tripas corazón y afianzar una confianza irreal puramente momentánea para la ocasión.

Tragué saliva cuando escuché el leve sonido que el ascensor producía mientras iba subiendo planta a planta. En esta ocasión, había decidido venir solo. Mi hermano Connor y el hermano de Brad, James, tenían turno de tarde y habían hecho lo posible por cubrirme para que pudiera visitarle. Un mes, había pasado aproximadamente un mes desde el accidente. Gracias a Dios el viaje en ascensor también había sido solitario, una vez llegué a la sexta planta salí de él y me dispuse a enfrentarme de nuevo a la situación. El pasillo era largo, más se hacía al pensar que su habitación era la última a la derecha. Las paredes blancas, impolutas, frías, me hacían estremecer desde el segundo uno que ponía un pie en el edificio. Era como si los sentimientos o cualquier tipo de emoción quedara bloqueada, como si el corazón se resintiera a funcionar y la gente fabricara un muro transparente que no permitiera un acceso a su vulnerabilidad. Las manos comenzaban a sudarme y los ojos, inundados ya en lágrimas bastante comunes, picaban por dejarlas escapar. Y es que verle de esa manera no había sido fácil, ni si quiera el paso de los días me había hecho sentirme más cómodo con la situación.

Avancé decidido hasta llegar a su puerta, alcé la vista para comprobar que no estaba equivocado, lanzando un suspiro al aire al leer el numero correcto "607". No podía verse a través del cristal, las enfermeras habían dispuesto las persianas y cortinas hacia abajo, alejando a los curiosos que pudieran aventurarse a olisquear en la habitación. Ya había habido algunos problemas anteriores, unas dos semanas después de que Bradley ingresara en el hospital, incluso algunos doctores demasiado curiosos se acercaron al cuarto para intentar inmiscuir las narices donde no les importaba, simplemente por haber escuchado en las noticias algo relacionado con el accidente. Un morbo multiplicado al saber que un accidente había salido en el canal de noticias internacionales.

Agarré el pomo de la puerta con valentía y lo viré hacia la derecha para empujar la puerta y dejar que mi cuerpo invadiera el cuarto. Una enfermera me observó, me quedé mirándole y me asintió, con una dulce sonrisa en su rostro. ME conocían, casi todas las enfermeras lo hacían en esa planta. Quizá algunas tuvieron que lidiar con mis ataques de pánico, mis ataques de ansiedad y mis bajadas de tensión momentáneas. Aunque había aprendido a controlarlas a estas alturas. Giré sobre mí mismo para darle la espalda en la cama, cerré los ojos con fuerza, preparándome de nuevo para lo que iba a ver, y apoyé la frente en la madera de la puerta mientas cerraba con cuidado. Una vez aclarados mis pensamientos, volví a tomar aire, y me di la vuelta. Siempre me ocurría lo mismo. Por muy preparado que quisiera estar, por mucho que trabajara en ello, por muchas horas y dedicación, además de empeño, que ponía en intentar ser fuerte, todo se derrumbaba al verle tumbado en la cama. Quieto, sin ninguna expresión en el rostro, con un tubo invadiendo su garganta de manera brusca y sus ojos cerrados. Su piel seguía siendo igual de pálida que hacía un mes, y su respiración parecía aún más lenta ahora que semanas anteriores. Y es que en un mes la situación no había mejorado en absoluto, Bradley seguía en coma.

Puede ser duro vivir el accidente de tu mejor amigo, puede ser nefasto que un familiar tenga que ser ingresado, es incontable e inexplicable el dolor que se puede sentir cuando una persona importante para ti está en peligro. Pero es aún mucho peor, cuando quedan miles de cosas por decirle. Cuando sólo segundos antes de que todo ocurriera quedaran millones de cosas que contar, decenas de secretos que confesar y cientos de sentimientos por descubrir. Porque había visto el rostro de su hermano James al saber la noticia, también el de mi hermano Connor cuando llamaron para decir que su mejor amigo estaba al borde de la muerte. Pero también pude sentir cómo mi corazón se quebraba al escucharlo. Cómo mi estómago se contrajo y cómo las arcadas y las lágrimas, por un momento, me hicieron sentirme al borde del abismo. No podía concebir que algo pudiera pasarle a Brad, no sin antes decirle lo muy locamente enamorado que estaba de él.

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⏰ Última actualización: Jan 15, 2017 ⏰

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