Recuesto mi cabeza sobre la paleta de la butaca.
No estoy triste, no estoy mal, solo cansada.
Y cuando entrecierro los ojos y mi cabello se vuelve un caos, lo veo de lejos caminar.
-¿Qué tienes preciosa? -dice, mientras se arrodilla frente a mi, para que quedemos a la misma altura.
-Estoy cansada, solo eso.
Empieza a decir cosas tontas para hacerme reír, con esa mirada dulce y esos hoyuelos en las mejillas.
Se levanta y posa su cabeza sobre la mia (aún en la banca).
-Me aplastas- digo con burla, porque ni siquiera estaba poniendo fuerza.
Y por unos segundos ya nuestros labios estan a centímetros, uno o dos, y de verdad quiero besarlo.
Y de verdad los gritos de todos se desvanecen cuando siento su aliento, su calidez, tan cerca de mi.
Tomar sus manos largas y delgadas, era como tocar una escultura. No sabías que admirar primero.
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Último sorbo de café.
Short StoryEstas son las cosas que quizá nunca te diga, aquí se queda la prueba más grande de todo el amor que te tengo. Aquí se queda una parte de mi, de la cuál solo tú eres dueño.