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Dos personas totalmente sensibles y vulnerables ante el deseo mutuo que se tienen. Cuatro paredes a su alrededor. Las penumbras de la habitación y una cama a sus espaldas...

Yoon Gi, con fiereza, cual gato listo para atacar en cualquier instante a su presa con tan solo un mínimo movimiento; desliza su mirada por toda la extensión del candente cuerpo del castaño. Ambos están deseosos por tocarse, por saborearse, por sentirse en cada rincón de sus expuestos cuerpos y emociones, estando a merced de la pasión...

"Tú no me tienes dentro pero yo estoy lleno de ti."

El castaño le sonríe ladinamente y con fingida inocencia a Yoon Gi. Sabe que está tentando al chico de negros cabellos parado frente a él, a escasos centímetros de sí.

Las respiraciones agitadas se entremezclan una con otra, dificultándoles más el mantener en pie lo poco que les queda de cordura.

Es un reto muy tentativo, exquisito, excitante. Muy... peligroso.

-¿A qué estás jugando, Ji Min?- susurra el pelinegro al oído del otro, muy cerca, dejando suaves, húmedos y largos besos primero en las regordetas mejillas, y luego, en su oído izquierdo. Escucha al chico suspirar con pesadez.

-Dímelo tú, Min Yoon Gi- pide con un jadeo.

-Has sido un mal chico hoy, Park. Has jugado muy sucio...-. Muerde el lóbulo de su oreja, haciéndolo sobresaltar. –Has sido muy injusto conmigo. Yo no estoy conforme con eso, y creo que debo tomar ciertas rigurosas "medidas"...

"¿Soy fácil para ti? ¿Estás jugando conmigo?"

-¿Qué estás esperando, entonces?-, habla el castaño con leve estremecimiento, pero sin ceder aún.

-No lo sé, bebé... Dímelo tú. ¿Qué se supone que debería hacer contigo?

-No te será tan sencillo, Min... Yo también sé jugar-, susurra rozando levemente sus carnosos labios con los del otro, mientras desliza el dedo índice por el pecho de su pálido amante, quien a pesar de seguir vestido, no es posible de controlar su reacción. Yoon Gi cierra fuertemente los ojos, tensando todo su cuerpo, desde la mandíbula hasta las puntas de sus pies.

No, él no le ganará. Ji Min no le puede ganar.

-Hyung-, susurra sensualmente. -¿Qué ocurre?-. Sonríe con disimulada picardía. Una mano desciende con deje tortuoso hacia la entrepierna del recién nombrado, estimulando de forma leve aquella zona. El pelinegro lleva la suya hasta la cadera de Ji Min, apretándola y sosteniéndola firmemente mientras goza del tacto del menor, dejándose llevar, entregándose a lo que esté por venir.

Yoon Gi está por rendirse, y es que ¡joder! Su niño sabe perfectamente cómo ponerlo a temblar con el mínimo roce de sus pieles.

"Un chico como tú. Eres un maestro del engaño, un criminal que sacudió mi corazón..."

El castaño se acerca, despacio, al rostro de su hyung y empieza a delinearle la boca con la punta de su lengua. Lleva la mano que antes estaba en aquella entrepierna, a la nuca del mayor. Muerde y estira el labio inferior de este, sin lastimarlo, para luego profundizar el beso, adentrando aquel pequeño pero hábil músculo hasta lo más profundo de la cavidad que tiene dominada.

En la amplia habitación, cubierta por la sutil luz de la luna y la oscuridad de la noche, sólo se pueden apreciar las manos que acarician cada trozo de piel que encuentra a su alcance. Se pueden escuchar los jadeos; las respiraciones trabajosas y el fuerte chasqueo de lenguas, que mantienen una salvaje y apasionada danza. Una batalla en la cual ambas luchan por salir vencedoras.

Dangerous - YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora