Hold on.

436 38 9
                                    

Cuando Harry abrió los ojos, se dio cuenta de que había fallado.

Parpadeó varias veces, intentando ubicarse, intentando entender dónde estaba. Y por qué coño seguía vivo cuando lo único que deseaba con todas sus fuerzas era morir. Estaba tumbado en una cama de hospital, con millones de cables y tubos conectados a él, y la habitación olía a desinfectante. Sentía un pitido en los oídos y el corazón le latía en las heridas recientes de los brazos.

Pero entonces lo sintió. Sus dedos estaban entrelazados con los de alguien.

Harry giró la cabeza, recuperando poco a poco la sensibilidad en sus extremidades, y vio a Ed, dormido, sujetando su mano como si todo fuera a romperse si la dejaba ir. Tenía ojeras, y su pelo estaba más despeinado que de costumbre, y Harry tuvo mucho miedo. Porque Ed siempre había sido la persona que le hacía fuerte, y verlo tan indefenso, tan vulnerable, y todo por culpa suya, le provocó un escalofrío e hizo que sus ganas de morir aumentaran.

De repente, la mano de Ed empezó a temblar. Harry se la apretó, queriendo decirle que todo iba bien, aunque no fuera verdad, aunque todo parecía ir a peor. Pero entonces Ed murmuró algo en sueños, y Harry sintió que el mundo le daba vueltas.

- Aguanta, Harry. Sólo por ésta noche. Una noche más. Aguanta. Por favor, por favor.

Y cuando los ojos de Ed se abrieron, despertando de la pesadilla, los de Harry se cerraban, deseando rendirse.

-

Cuando Harry abrió los ojos por segunda vez, Ed le estaba mirando.

Le estaba mirando como si no le hubiera visto nunca. Como si se acabara de dar cuenta de algo importante. Como si ahora todo tuviera sentido.

Como si pudiera enamorarse del nuevo Harry. Del Harry con cicatrices. Del Harry con miedo a dormir por las noches. Del Harry suicida.

Ed acercó la mano a su mejilla, pasando los dedos por donde estarían sus hoyuelos si sonriese, con delicadeza, como si todo pudiera desvanecerse en cualquier momento. Acarició sus rizos y se perdió en sus ojos, porque eran los ojos tristes más bonitos que había visto en su vida, y debería haberlo sabido antes. Debería haberle dicho que amaba su risa antes de que ésta se apagara. Debería haberle dicho que amaba su piel, antes de que se la abriera y la cubriera de heridas.

Y por unos instantes sintió que Harry estaba roto, y que nunca volvería a gastarle bromas ni a llamarle idiota cuando se comía el último trozo de pizza. Pero entonces Harry empezó a llorar, y el poco equilibrio emocional que le quedaba a Ed se esfumó.

Hacía meses que Harry no lloraba, y sintió que se desgarraba por dentro. Que de alguna manera había conseguido morir, o algo peor. Porque aquello dolía más que no comer. Dolía más que cortarse.

Pero cuando notó los brazos del pelirrojo a su alrededor, cuando enterró la cabeza en su hombro y se dejó llevar, se sintió como en casa.

- Está bien que llores, Harry. Estás vivo. Eso es lo único que importa. Estás vivo, aguanta.

Mantenía sus brazos en torno al cuerpo frágil de Harry, acariciando las heridas en sus muñecas, dándole besos en la frente, abrazándole más fuerte cuando temblaba.

Para Harry, Ed era lo más importante en el mundo. Y la única forma que había encontrado para protegerlo de la persona en la que se había convertido había sido distanciarse. No responder las llamadas, hacer ver que todo aquello no era real. Que sólo era una mala época, que lo superaría. Hacer ver que no se daba cuenta de que los cortes cada vez eran más profundos y el asco que tenía hacia si mismo más grande.

Pero ahora que las lágrimas bajaban por sus mejillas, ahora que notaba el corazón de Ed latir junto al suyo, todo el miedo que había tenido a que no le aceptase desapareció.

Se deshizo de su abrazo y puso su frente contra la de Ed, con los párpados cerrados, simplemente sintiendo su respiración. Disfrutando de estar vivo.

Y cuando los labios del pelirrojo se unieron con los suyos, olvidó todos los motivos por los que quería morir. Se aferró a la sensación que le provocaba la mano de Ed en su nuca, manteniéndole cerca, como si temiera que Harry se apartara. Pero lo último que tenía Harry en mente era apartarse. Quería alargar aquello para siempre, porque besar a Ed le aliviaba más que cortarse. Le hacía sentir mejor que no comer. Le hacía alejarse más de la realidad que drogarse.

Cuando sus labios se separaron, Harry abrió los ojos por tercera vez, y se vio reflejado en los de Ed. Y sonrió, porque en ése reflejo ya no veía a un monstruo.

- Te quiero. –susurró, y notó que a Ed le recorría un escalofrío- Te quiero, he sido un gilipollas, te quiero, te quiero, te quiero.

Y volvió a besarle, sin darle tiempo a contestar, porque ninguna palabra hubiera sido suficiente. Porque necesitaba sentirle cerca.

Y porque ahora sabía que Ed seguiría allí, a pesar de las cicatrices en sus muñecas.

Y por Ed, Harry aguantaría aquella noche, y todas las que hicieran falta.

FIN.

The A Team.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora