Utopía De Una Revolución Fallida

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No empezare esta historia con el típico “érase un vez”  porque simplemente ese no es mi estilo, además, este relato se desarrolla en una realidad no muy lejana a lo que muchos deben vivir día a día, a lo que otros inconscientemente ignoran y hoy me atrevo a revelar, aunque algunos se tapen los oídos buscando no escucharme o cubran sus ojos buscando no leerme, es una pena que ni me oigan ni me lean  porque a mi no me van a silenciar jamás pues es hora de que el pueblo despierte y se prepare, de que actué porque este país es de todos y a absolutamente todos nos compete la solución del conflicto, la reconciliación, “la paz” y la armonía que esperamos dejar para nuestros descendientes.
Sin más preámbulos aquí les va mi relato…

Una preciosa ninfa muy bien dotada y un desafortunado soldado enviado a la guerra serán nuestros protagonistas.
La joven criatura llamada Aralia, con cabellos largos azules como el cielo, adornados con mariposas, ramas, y flores muertas. Sus ojos cuan verde pastizal tenían un poder único en su especie, esos ojos eran capaces de robar el alma a aquellos que de su corazón emanaba únicamente crueldad, hombres a quienes ya no les quedaba ni una pizca de bondad y tan solo eran mounstros de maldad que vagan por la tierra haciendo daño a sus semejantes sin compasión o mesura. Preciosas bolas oculares acompañadas por unas larguisimas pestañas y frondosas cejas. Rasgos bien definidos, labios gruesos, del tono de las violetas; Un cuerpo voluptuoso, anchas caderas y largas piernas.
Una preciosa deidad femenina concebida por la naturaleza.
Aralia vivía en el país de Alejandría, específicamente en La Ciudad de los Árboles, la cual se encontraba rodeada de un inmenso bosque lleno de unos gigantes e imponentes robles quienes aislaban la ciudad del mal exterior; Ella se la pasaba corriendo por los valles y observando el cielo, contando las estrellas, restaurando plantas o realizando cualquier cosa que se le ocurriera en beneficio de su hogar y todas los otros seres que allí con ella convivían, elfos, hadas, magos, duendes y brujas blancas.
Una tarde  mientras nadaba en las cristalinas aguas del lago Aralia observo una criatura que no recordaba haber visto antes, un hombre, aquél individuo de rasgos masculinos alto, delgado, de finas facciones en su rostro, perfectos labios y tez blanca; llevaba puesto un exótico traje con manchas de colores similares a la tierra, botas de cuero negras y una tela que rodeaba su cabeza, cubría su cabello por alguna extraña razón. El chico se veía agitado, unas gotitas de agua se escurrían por su frente mientras miraba a todos lados con temor, tal parecía que huía de algo; Se tumbo junto a un tronco y empezó a tirar piedras al lago donde se encontraba nuestra ninfa quien yacía sumergida bajo el agua, escondida mirándole con asombro; De repente decidió emerger de las aguas y situarse junto al hombre que aun de su presencia no se percataba. Ella le observo una vez mas y detallo en su camisa una pequeña etiqueta bordada con un nombre “Juanias David”, Aralia se acerco mas, detallo sus ojos, los cuales poseían un color marrón y al ver a través de ellos sintió una energía cautivante, un aura armoniosa, en esos ojos vio dolor, frustración pero por sobre todo vio amor.
David se echo hacia atrás, al hacerlo la banda de su cabeza se cayó y dejó al descubierto un hermoso y largo cabello negro, asustando al ver aquella criatura frente a él embelesada viéndole y no se inmutaba aun al ver su reacción. Él estaba asombrado al ver aquella hermosa deidad frente suyo, creyó estar presenciando una visión por lo cual froto sus ojos y la figura femenina desapareció, tomo agua en sus manos y la salpico a su rostro agarró sus cosas y se marchó, mientras Aralia desde un árbol le observaba y al caer la noche el recuerdo de aquél encuentro con el chico de vestimenta extraña en su mente se mantuvo hasta que logro conciliar el sueño sobre una cama de hojas y ramas.

Ya en la mañana al despertar de un profundo y largo sueño, con el llegar de la primavera, llego la guerra. Hombres uniformados irrumpieron en la pacifica ciudad buscando apoderarse de las tierras fértiles, las aguas puras, las especies y platas que con tanto amor y esmero aquellos seres  habían cuidado. Aralia no podía creer lo que sus ojos le revelaban, lo que sucedía, esto le lleno de temor e inseguridad. ¿Por qué aquellos hombres actuaban con tanta maldad? ¿Por qué eran tan despiadados? Si deseaban tierras o recursos porqué no lo pedían amablemente, sin violencia, estaba casi segura que si hubiesen actuado de la manera correcta su buen amigo el viejo mago Vendrick les habría obsequiado unas buenas parcelas de tierra para que cosecharan, y su amiga el hada Alyssa junto con los hermanos elfos artesanos Ozelot, Mustafar y Bernhart les hubiesen dado la mejor madera para construir sus casas y habrían preparado una magnifica bienvenida con una deliciosa comida para los nuevos habitantes; pero al parecer joven criatura desconocía por completo la maldad que existía fuera de ese precioso lugar, para ella todo era armonía y felicidad en La Ciudad de los Árboles, pero mas allá de los robles gigantes y los verdes valles se encontraba un mundo hostil lleno de codicia, consumo y maldad en el cual la mayoría de humanos se mataban entre sí, robaban para que sus hijos no murieran de hambre o frío mientras sus gobernantes explotaban a sus hermanos con arduo trabajo y sueldos miserables, abusaban de su poder que el mismo pueblo les había otorgado al volver a creer en falsas promesas de un “mejor país” o "equidad para todos" , pero aun así esto no les daba el derecho de irrumpir de esa manera en la ciudad y obligar a los ciudadanos a marcharse por la fuerza y dejar atrás todo aquello que durante sus vidas trabajaron y cultivaron. Fue muy duro para el pueblo pues no deseaban irse pero al final terminaron accediendo pues no querían que aquellos hombres con armas y llenos de ira terminaran matándolos. Para Aralia no fue tan fácil alejarse de su pequeño paraíso sin razón alguna así que decidió esconderse entre los árboles y  empezar a vagar por los bosques sin un  rumbo fijo hasta que en una de sus caminatas nocturnas vio cerca al lago al chico de vestimenta extraña, sentado en una roca, con las manos en su cabeza, llorando y al lograr reunir algo de valor, Aralia decidió hablarle

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⏰ Última actualización: Apr 15, 2017 ⏰

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